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Las Hermanas de San Francisco Javier llegaron a Colón el 30 de abril de 1933. Son días de festejo en la congregación, que el martes cumple sus primeros 80 años de prestar servicio en esta comunidad. Por eso, a modo de homenaje, quisimos que este domingo sean protagonistas de esta sección. La Madre Margarita Asselborn va por su tercer período aquí. El primero fue entre 1953 y 1960; el segundo abarcó toda la década del 70 y el actual se inició en 1999.
En una casi veraniega mañana de abril nos recibe para contarnos algo de esta linda historia. Por entonces, el Padre Narciso Goiburu decía que nuestra
ciudad necesitaba una congregación religiosa que atendiera a los niños desamparados y les brindara catequesis. Dios lo escuchó y en una oportunidad en que la señora Juliana C. de Benítez viajó a Buenos Aires a visitar el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, la Divina Providencia hizo que entablara conversación con una religiosa a la que contó la inquietud del párroco colonense. Al regresar a su comunidad, la hermana –perteneciente a las Misioneras de San Francisco Javiertransmitió a la Madre Isabel Fernández el diálogo con aquella mujer. A la Madre Fundadora de la Congregación le pareció una buena idea echar raíces en estas tierras, y vino a entrevistarse con el Padre Goiburu. Fue así que el 30 de abril de 1933 se establecieron en Colón, dedicando su tarea a recorrer los barrios buscando chicos para catequizar. Se preocuparon por tener un techo para albergar a las criaturas que no tenían donde dormir; las llevó a buscar bienhechores y materiales para comenzar la obra. Así se hicieron cargo del internado de niñas que dio refugio a menores sin hogar hasta 2004. Cuando estuvo el edificio comenzó a funcionar el jardín de infantes. En 1967 se oficializó la escuela primaria y en 2010 se incorporó la secundaria que lleva por nombre Madre Isabel Fernández. Todo siempre con la ayuda del pueblo. La Congregación tiene un profundo y sincero agradecimiento a la comunidad de Colón por su disponibilidad y servicio. Siempre que hemos necesitado algo, estuvieron”, dice la Madre Margarita. Y recuerda: “Empezamos sin nada y si hoy tenemos esto es gracias al pueblo colonense”.

Una mujer de gran fe y piedad
-¿Cómo era la Madre Isabel Fernández?, es la pregunta. El tono de voz de la Madre Margarita Asselborn, se vuelve dulce y a la vez enérgico para encarar la respuesta: “Era muy emprendedora, decidida; puro dinamismo. Sumamente confiada en la Divina Providencia. Una mujer de gran fe y piedad. Muy alegre y humilde. De una profunda entrega a Jesús y la Santísima Virgen. También cordial y fraterna. Quería que sus hijas –así llamaba a las monjas de su Congregación- fuésemos un solo alma y un solo corazón”. Y continúa la descripción: “Falleció a los 61 años víctima de una enfermedad y ya sobre el final de sus días pidió ver a las niñas; yo pienso que querría despedirse. Amaba a los niños”, nos cuenta la Madre. A la vez, relata que venía mensualmente a Colón para visitar a las hermanas y desde Buenos Aires les escribía todas las semanas.
En el año 2000, la Madre Isabel Fernández ha sido reconocida por la Iglesia Católica como Sierva de Dios. Parte de sus pensamientos eran: “La oración y la Fe todo lo pueden”; “Pasar haciendo el bien, con mucha modestia, pocas palabras y muchas obras”; “Cuando buscamos a los niños, buscamos a Dios”; “Virgen del Carmen, bendice los destinos de nuestra patria”. Tomó como lema de su vida la frase evangélica: “Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.” (Mateo 6.33)
La Congregación de Hermanas Misioneras de San Francisco Javier tiene casas en Argentina y una en Paraguay. “No somos educacionistas sino catequistas. Nuestro fin primordial, aparte de la educación pedagógica es la catequesis, en especial la familiar. La Madre Fundadora siempre apuntó a la familia”, señala la Madre Margarita. Actualmente en Colón acompaña a la Madre la Hermana Celina Heit.

Misa, torta y cena
Este martes a las 15 habrá una Misa de Acción de Gracias por los 80 años de las Hermanas en nuestra localidad. Será en la calle, frente al colegio. Al finalizar, se cortará una torta gigante. Por la noche se ofrecerá una cena en el patio cubierto, cuyas tarjetas se deben adquirir previamente, ya que
por razones de espacio los cupos son limitados.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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