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Corría el año 1978 cuando el mexicano Premio Nobel de Literatura , Octavio Paz publicara un ensayo que llevaba por título "El ogro filantrópico". En el mismo quienes se ocuparon de reseñarlo, señalaban que en síntesis venía a explicar: "cómo el centralismo y el patrimonialismo estatal -herencia del régimen patrimonial español- han estado asociados al populismo, propiciando igualmente los vicios del amiguísimo, el tráfico de influencias y la corrupción." Y se agregaba que "todos son componentes característicos de gobiernos autoritarios y del capitalismo de Estado en los que el Poder Ejecutivo controla, en forma determinante, los demás poderes públicos, por lo que el Gobierno asume un estilo dictatorial que se sobrepone al interés social y político para determinar, con su único criterio, lo que es bueno para la sociedad"

El documento en cuestión produjo mucha roncha en los cenáculos de la izquierda o seudo izquierda internacional, ya que consideraban a Octavio Paz, sino uno de los suyos, alguien muy cercano a ellos. Una líneas merece, entretanto, la expresión "oxímoron (oxímoron; concepto que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, que genera un tercer concepto). Dado que el sentido literal de oxímoron es opuesto a absurdo. Por ejemplo, «un instante eterno" es algo de este tipo.

Una utilización creciente de ese término no fácil de recordar y repetir, pero al que deberíamos prestar atención dado que cada vez nos encontramos ante situaciones que son una contradicción en sí misma.

E indudablemente un ogro filantrópico es un oxímoron. Es que podemos imaginarnos un ogro, y lo es el Estado, en los casos que al hipertrofiarse se deforma. Pero lo que es difícil es concebir un ogro bueno, que es como pensar que lo era el lobo del cuento de Caperucita Roja.

Y si lo hasta aquí dicho viene a cuento es porque La Salada –que si bien tenía una amplia cobertura mediática, ahora acaba de explotar- en una suerte de impensado ogro filantrópico, que viene a exhibir de una manera más sincera algunas de las características de su progenitor.

Es de suponer que nadie deja de tener una cierta idea de lo que ella es. Máxime, cuando se hace mención en todas las latitudes, e inclusive la dupla Cristina-Moreno llevó a uno de sus caciques en su alucinante periplo angoleño, y ya en ese país, desde la tribuna, ocupó un gran espacio en abrumar de elogios a ese representante de lo que presentaba como un "invento argentino". Algo que tiene una misteriosa vinculación con la "mano de Cristina", que da cuenta del extraño poder de los capitostes más cercanos a su entorno, tocados con ella o terminen entre rejas, o corran un serio peligro de llegar a estarlo.

Una guía turística señala "La Salada es un predio feria ubicado en el partido de Lomas de Zamora, en Argentina, que desde sus orígenes ha ido evolucionando hasta convertirse en un enorme conglomerado humano y económico de trascendencia internacional, que basa su funcionamiento en la comercialización de productos de marcas apócrifas. Que sus orígenes se remontan a cuando un grupo de personas muchas de ellas de origen boliviano y aluna paraguayo, junto una mayoría de argentinos, se instalaron en el barrio lomense de Ingeniero Budge en unos terrenos que en tiempos de Perón estaban acondicionados como balnearios. Fue así como en un principio montaron sus propios puestos rudimentarios y vendían distintos tipos de productos, ya sean confeccionados por ellos o importados. Durante la década de 1990 el crecimiento fue lento pero constante.

Uno de los grandes saltos en el crecimiento de la feria, se dio sobre todo a finales del 2001 y el 2002. Esto se explica claramente remitiéndonos al estallido socioeconómico de la sociedad argentina en ese periodo. Miles de personas habían sido arrojadas al desempleo y a la marginalidad, y por eso el informalismo era una situación económica atrayente y necesaria.

De ese modo miles de argentinos de clase media se volcaron a la feria para acceder a los bajos precios e hicieron de éste su medio de vida revendiendo sus productos, tanto en el Gran Buenos Aires como en el Interior del país. Esta modalidad de comercio preocupa a los gobiernos municipal y provincial por la enorme evasión de impuestos que representa.

Y fue entonces cuando la pasada semana con la llegada de un verdadero aluvión de fiscales, funcionarios tributarios, policías gendarmes y de alguno que otro prefecto, tanto allí como en otros innumerables destinos, parecimos darnos por enterados de lo que desde ya mucho atrás sabíamos y que por lo mismo que es así no pudo habernos provocado la menor sorpresa. Que no era sino que de una vez por todos se decidió ver en La Salada lo que era: una "zona liberada" desde hace una eternidad y a vista, paciencia y recompensa de quienes están encargados por la sociedad que este tipo de cosas no sucedan.

Estado de cosas en no hay justos y pecadores, ya que todos los participantes en esa verdadera fiesta de la impunidad eran pecadores.

Aunque pecados de grados diferentes, circunstancia que lleva a que no se pueda medir a todos con la misma vara y tratarlos de la misma manera.

Es que se debe tener en cuenta que La Salada es el mayor centro de venta de indumentaria de bajo precio de todos el país y zonas aledañas. Algo que significa que sus casi 8000 puntos de venta se alimentan con el trabajo de más de 30,000 talleres si se tiene en cuenta que se considera que por cada uno de esos puntos es necesario por lo menos cuatro talleres que lo vendan. A lo que se debe todavía agregar un numero de magnitud indefinida cual son los transportistas, revendedores y lo principal, quienes se visten con este tipo de mercaderías.

De donde no se trata de cortar todo por lo sano –el problema de los corruptos, barra bravas y demás hampones en otra cosa- y buscar la manera de una transición ordenada a una formalidad necesaria y ahora ausente, en la que las actuales autoridades apliquen esa "metodología del gradualismo" que pregonan y buscan poner en práctica algunas veces con suerte esquiva y otras cometiendo errores garrafales.

Lo que no significa que se debe establecer un régimen tributario y laboral para las empresas de lo que es hoy una zona liberada, y de quienes directa o indirectamente trabajan en ella. La que teniendo en cuenta que las leyes tienen un carácter general que se debe respetar, se debe aplicar a todos los que en la actualidad se encuentran en una situación de informalidad parecida.

Algo que no se debe hacer como un resguardo a lo que si no lo dicen todavía, llegarán a decirlo en cualquier momento los profetas del resentimiento y de "la resistencia" denunciado que lo ocurrido no es otro paso más en ese complot maléfico que tiene al pueblo como objeto de maltrato y exterminio, cuya mira es que quienes forman parte del sector popular de menores ingresos vayan por esas calles de Dios sino desnudos, al menos andrajosos. Es que no es ni sensato ni posible poner de un día para otro en caja a una sociedad desastrada como sigue siendo la nuestra.

Es que por otra parte es la mejor manera de acabar con las crías del ogro filantrópico.
Fuente: El Entre Ríos

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