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Daniel Farabello se despidió del básquet en una noche que quedará en la historia en el mítico “Florencio Varni” de Cañada de Gómez. Lo recaudado fue donado por el base a un hogar de la ciudad.
No tuvo desperdicio, como su carrera. No tuvo baches, como su trayectoria. Sobró magia, como cada vez que se puso los cortos y la musculosa para jugar. Así fue la despedida de Daniel Farabello, así fue el adiós al básquet profesional de uno de los grandes talentos que vio el país. Colonense de nacimiento, cañadense por adopción, con sangre entrerriana pero estampa santafesina y alma dorada, porque fue parte importante de la generación que logró todo y pieza fundamental en aquel despertar al mundo que fue Neuquén 2001.
El Mago de La Armonía, tituló el autor del video que ofició de cierre para una noche memorable, material en el que las imágenes de Harry Potter fueron el escenario para contar su historia en el básquet, obviamente subtitulada con mucho humor y contando detalles pintorescos, como que Julio Lamas y Sport Club fueron a reclutar a Claudio Farabello y se terminaron llevando a Daniel.
Minutos antes, su padre había recordado esta anécdota desde la platea del mítico Florencio Varni, cuando a pedido de uno de los conductores destacó que su mayor orgullo es haber comprobado lo bien que hablan en todo el país sobre las cualidades humanas de su hijo. Y acto seguido dos pibes de su primer club, La Armonía bajaron de la tribuna para obsequiarle una plaqueta de la institución de Colón, en su Entre Ríos natal. Allí Dani recordó que su primer número 5 fue dibujado en la espalda de la musculosa con tiza, porque aquel juego de camisetas era muy precario.
Esos momentos de cierre, de emoción, de abrazos interminables, fueron el corolario de una noche impresionante, en la que el base del Celeste se despidió ayudando, ya que la fiesta fue a total beneficio del Hogar Goritzia Piccinini.
La organización fue impecable, con todo preparado para “el último vals”, como lo denominó en su anuncio el sitio cañadense Planeta Pelota, desde la recepción con los controles de seguridad ataviados de etiqueta hasta la iluminación, con punto alto en la conducción de Carlos Altamirano y Fabián Pérez, sólidos, eficaces, pero también muy simpáticos para divertir al público que disfrutó de las travesuras de Rosco, los intentos de Loquillo (la mascota de Sport) por imitarlo y la aparición del payaso Fitito, que tuvo un uno contra uno frente a Paco Festa en el que mostró sus escasas cualidades basquetbolísticas.
Uno por uno se fueron presentando los integrantes de los equipos Azul y Blanco para el partido que dirigieron los eternos Bautista-Tosello-Capdevila, y así fueron ovacionados Julio Lamas, Sergio Hernández, Mariano Aguilar, Mauri Hedman, Ariel Reale, Leonardo Gutiérrez, Germán Sciutto, Nicolás y Juan Ignacio Brussino, Hernando Salles, Pollo López (no pudo jugar ya que está lesionado), Gustavo Ismael Fernández, Sebastián Festa, Gabriel Díaz, Diego Lo Grippo, Bruno Lábaque, Sebastián Mignani, Mirco Barreriro, Antonio Porta, Víctor Baldo, Federico Marín y Julio Mázzaro. Para el final quedó la familia, ya que el Dani se dio el gusto de compartir rectángulo con su hijo Francisco, con su hermano Claudio, y con su sobrino Bruno.
Algunos de sus ex compañeros no pudieron estar aunque lo deseaban, como Carlos Delfino, y llegaron tres saludos a la distancia desde la pantalla gigante: Andrés Nocioni, Fabricio Oberto y Manu Ginóbili.
Hubo palabras de directivos de Sport, entregas de presentes por parte de la municipalidad, presencia del directivo de la AdC Eduardo Bazzi, muestra de agradecimiento de parte de los encargados del Hogar que recibirá la donación e incluso la presencia del dirigente político y ex comediante Miguel Del Sel, pero antes de jugar, llegó otro pico emotivo, debido a que Daniel Farabello trepó a lo alto de la tribuna del Varni y destapó una inmensa gigantografía en la que se lo ve con la camiseta de Sport, a metros de la de otra gloria cañadense, Hugo Sconochini.
Sobró emoción, como la que le brota a Dani de la piel cada vez que relata el esfuerzo de su familia para seguirlo por donde el básquet lo llevó. Abundó destreza, como la que regala Chiche en cada intervención desde aquellos inicios en Sport en la Liga de los 90 y el cierre de su carrera en el TNA apenas meses atrás con la misma camiseta. Farabello dijo basta y el 18 de julio el básquet se lo agradeció. Ahora comenzará su vida al costado del rectángulo, pero esa es otra historia.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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