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“Siento desazón, rabia, impotencia… Es horrible encontrar la escuela de esta manera”. La que habla es Diana Bes, directora de la Escuela N° 32 Pronunciamiento, de barrio El Brillante, en San José. Y no es lindo escucharla así. Diana es reconocida por la alegría y el entusiasmo con que encara su labor diaria. Sin embargo, parece que ni eso, ni el esfuerzo de padres y docentes para que a los alumnos no les falte nada, parecen importar. La inseguridad –pero por sobre todas las cosas la falta de expectativas de muchos jóvenes en un futuro mejor- se instaló de forma tal en nuestro país, que ya no hay límites para la maldad. Eso está claro. Y si para algunos no lo estaba, quedó al descubierto cuando ayer a las siete de la mañana la ordenanza del establecimiento encontró tal cuadro de situación, que no se animó ni siquiera a entrar.

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“Me llamó desesperada. Ni bien abrió la puerta vio ropa tirada, los libros de entrada, el espejo, el matafuegos…”, relata la directora a El Entre Ríos.

“La puerta de entrada a la dirección estaba violentada, pero no pudieron entrar porque hay rejas. Ingresaron por el aula de los TIC (tecnologías de la información y la comunicación), donde ya tenemos todo comprado para la reja pero no llegamos a colocarla”, dice con pesar.

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Los delincuentes “se llevaron tres netbook y la cámara digital nueva con caja y todo. También la mercadería y la recaudación del kiosco”, indica Diana.

El hecho –que habría ocurrido entre la noche del sábado y el domingo- dejó un sinfín de daños materiales. Además por supuesto del inmenso daño moral.

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“Han violentado puertas, hicieron saltar los candados de los armarios de los docentes y desparramaron los legajos y las planillas de salud de los chicos y sus trabajos. Estaba todo revuelto: libros, carpetas, ropa donada. Rompieron el control remoto del DVD y quitaron las tapas de los ventiladores. Utilizaron una sierra para cortar las astas de las banderas de ceremonia, y usar esas puntas para intentar abrir la puerta de entrada a otras aulas”, enumera la docente. Y la triste lista sigue hasta hacerse interminable. Como si fuese poco, la saña los llevó a escribir improperios en los libros de entrada. Algunas actitudes infantiles hacen pensar a los directivos que se trata de menores o al menos de personas jóvenes.

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A la vez, suponen que tamaños desmanes tuvieron más de un protagonista y que actuaron durante varias horas. Diana Bes está asombrada de que aparentemente nadie haya escuchado la rotura de los vidrios durante el fin de semana.

“El año pasado ya habían entrado al sector del jardín de infantes”, recuerda. Se hace necesario reforzar las medidas de seguridad con carácter de urgencia. “Tenemos que colocar las rejas que nos faltan y comprar una alarma; vamos a ver qué hacemos para recaudar dinero. Incluso pensamos en contratar un sereno”, dice.

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“No les importa el esfuerzo que hacemos. Todo lo que hay en la escuela es hecho a pulmón”, resalta la directora, pero no piensa solo en el presente de la escuela, sino en el futuro de la sociedad. “Acá hay que hacer un trabajo de fondo, pensar qué le pasa a nuestros jóvenes para llegar a hacer esto en la escuela del barrio; qué pasa en sus familias”.

Ayer por la mañana, las clases debieron ser suspendidas; en lugar de impartir conocimientos como es su labor, los docentes se dedicaron a limpiar y acomodar las instalaciones para recibir a los chicos del turno tarde.

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La denuncia fue radicada en Comisaría La Picada.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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