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Los agricultores reunidos el jueves en Paraná, frente al túnel subfluvial, expresaron claramente sus demandas. Si el gobierno mantiene las puertas cerradas, se funden. Así de simple y de grave. Tienen que vender.

¿Quién compra? Está muy claro. Compran los grandes capitales, más de un consorcio capitalista, los que siempre encuentran las puertas abiertas de los gobiernos, algún Lázaro Báez o Cristóbal López, quizá uno o varios funcionarios en la huella de Boudou. Es decir quienes tienen con qué comprar o se las ingenian por esas cuestiones del rescoldo oficial.

El paisano y el gringo que dejaron su vida en el surco, se refugiarán en una casa de barrio y si algo les queda intentarán vivir -no por mucho tiempo- del plazo fijo en constante desvalorización o de un quiosco.

Ese parece ser el destino de nuestra gente de campo. A los gobiernos poco les importa porque la producción global de granos no cae, las retenciones le rinden, sus grandes corporaciones amigas hacen negocios formidables y por ahí alcanza para arrimar plata a una campaña política. No hay menor producción. Hay menor cantidad de productores. Entonces es muy fuerte la acumulación de riqueza en unos pocos. Es decir, el revés del discurso oficial, como en tantas otras cuestiones.

Este año, según un informe de principios de semana, hay 300 tambos menos en el departamento Castellanos, centro de la cuenca lechera santafesina. Son tambos pequeños. En su mayoría no dejan de producir porque los compran o alquilan las empresas que por su gran capital pueden jugar a largo tiempo, soportando los mayores costos, los recortes de precios y los plazos de pago que se toman las usinas.

Se observa entonces que si bien se trata de una cuestión económica, fundamentalmente es un problema social y humano. De esta manera se abandona a su suerte a gente de trabajo, además de la posibilidad de generar más fuentes laborales.

Todo el campo, no un sector
Lo cierto es que el jueves, en el acceso al túnel, la gente del campo se hizo escuchar. Más de una fuente del oficialismo procuró menospreciar la movilización limitándola a “un acto de la Sociedad Rural”. Esa entidad estaba presente, es cierto, pero también se encontraban Federación Agraria Argentina, Asociación de Cooperativas Argentinas, Cooperativas Agropecuarias Federadas, Federación Entrerriana de Cooperativas, Federación de Cooperativas Arroceras, Bolsa de Cereales de Entre Ríos, Centro de Acopiadores de Granos, Federación de Asociaciones Rurales, las cámaras empresarias de Productores de Pollos y de Porcinos y numerosos campesinos sueltos. Las entidades constituyeron el 8 de junio un comité de crisis, solicitaron ese día una audiencia al gobernador y todavía están esperando.

Tanto en esa oportunidad como el jueves último destacaron que hay pérdida de empleos en el sector y está comprometido el futuro de agricultores, tamberos, ganaderos, citricultores y arroceros. “Durante largo tiempo hemos alertado ante el peligro de la falta de rentabilidad y el riesgo de perder actores económicos y capital de trabajo”, puntualizaron en la nota del lunes 8 al gobernador.

Los agricultores están cercados por las restricciones y los controles del gobierno. Los arroceros no han vendido este año casi nada del 70% de la producción que habitualmente se destina a mercados externos y soportan un remanente de la cosecha del año pasado. Los citricultores afrontan una situación parecida, ha caído el 60% de la exportación de mandarinas y el único auxilio oficial ha sido un préstamo de 20 millones de pesos de fondos provinciales a la empresa citrícola Ayuí, de capitales chinos, no a los quinteros. Los tamberos cobran menos que hace un año por litro de leche entregada a la industria, la que a su vez eleva periódicamente los precios de sus productos elaborados.

La superparte del león
Mientras tanto, la estadística FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina) del presente mes reveló el viernes que por cada 100 pesos de renta agraria el Estado se lleva 93.50. Inciden en este resultado “los impuestos nacionales y provinciales, las retenciones y el retraso cambiario”, consigna el informe técnico.

No era desacertada entonces la advertencia que hace un par de semanas formulaba el dirigente de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, Oscar Montero, un estudioso de estos temas, señalando que “el productor está en un momento crítico, se encuentra muy endeudado, viene perdiendo plata o trabajando al límite desde hace cuatro años y no da más, al punto que no podrá financiar la próxima campaña”.

En circunstancias como la presente hay que observar el horizonte político. Del gobierno mucho no se puede esperar porque ya cumplió 12 años continuados y la situación es la que se observa. Las autoridades provinciales nada harán sin la venia de la Casa Rosada, pues proclaman ¡viva Artigas! (mañana es el bicentenario del congreso artiguista de Concepción del Uruguay) pero forman fila de obediencia indebida del poder central, tirando a la basura el retrato y las ideas de Artigas.

¿Y la oposición? “A la dirigencia política no le interesa la crisis del campo”, acusó Montero en las declaraciones que comentamos. La oposición, justamente, tiene la palabra en la presente circunstancia. ¿Cómo se sale de este atolladero? ¿Cuál es la propuesta?.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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