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Claudio Tapia como presidente de la AFA estuvo en Quito. Presenció el partido en el que la selección nacional venció a la local. Y se abrazó con Messi. Algo que, a estar a sus dichos, le produjo "un desahogo". Aunque no aclaró si lo fue por haber abrazado al ahora mentado como "bravo capitán", ya que su valía de mejor jugador nunca estuvo en discusión. O porque con ese triunfo evitó el peligro que "le quemaran el rancho".

En realidad lo que toda "la barra quilombera", en la que se supone debe ser incluido Tapia, hincha de Boca, presidente de Barraca Junior, un club con menos socios que Deportivo del Tomate de Villa Orbajosa, y yerno de Hugo Moyano, lo que sintió con el resultado fue alivio. Con un dejo en satisfacción en. . . suspenso.

Porque no se cruzó la Cordillera de los Andes, ni estamos en condiciones de anunciar que hemos logrado para nuestro país el índice de la "pobreza cero". Tan solo se nos abrió una puerta.

Que no significa, como Tapia lo dice, la iniciación de una nueva etapa para nuestro fútbol, si no se utiliza una gran escoba para limpiar de tanta mugre a la AFA. Algo con lo que no sé si el propio Tapia, Angelici o tantos otros de su pedigrí, estarían satisfechos. Por más de que estemos seguros, que "desahogo" será el nuestro.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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