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Mucho se dice y? ¡no se dice! sobre el silencio, que es salud, que es la mejor opinión, que es patrimonio de los sabios, que es ensordecedor? En fin, podríamos romper los silencios y hablar muchísimo sobre él.
Hoy tengo ganas, deseos, necesidad de hablar del silencio administrativo. Este tipo de silencio es muy desagradable, irrespetuoso y descalificador.

Cuando un ciudadano se dirige a un funcionario para plantear, por escrito, una queja, un pedido, una sugerencia, una solicitud de aclaración, suele aparecer el silencio? Nada por aquí y más nada por allá, nada de palabras, nada de respuestas, nada de respeto, nada de consideración, sólo el desprecio del administrador para con el administrado.

Estas despreciables situaciones implican graves faltas del funcionario "silencioso" e implican violación a sus deberes de funcionario ya que, con su "no respuesta", con su silencio, le arroja a la cara su manera de darle invisibilidad, de no registrarlo, de ignorar su presencia casi autoritariamente.

Entiendo que el compromiso y la participación ciudadana (tan declamada) debe ser ejercida total y libremente y que, la participación por medio de un escrito, forma parte de esa loable forma de involucrarse.

Termino con una reflexión del doctor Guillermo Bizzotto publicado en su libro "La participación ciudadana":

La participación ciudadana fomenta un tipo de ciudadanía que tiene un mayor interés por informarse acerca de los asuntos políticos, por cooperar con las demás personas y que es más respetuosa con las que son diferentes, lo que refuerza los vínculos y favorece la comprensión intercultural.

Conciudadanos: a participar? funcionarios: ¡A RESPONDER...!

Teresa Vírgala de Arijón
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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