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A los 98 años, Clemencia Favre de Blanc aún recuerda con profunda sensibilidad, su vida de docente. ¡Y con una maravillosa fluidez de palabras, hilvana las anécdotas vividas!

-¿Dónde estudió Magisterio?
- Estudié Magisterio en la Escuela Normal de C. del Uruguay, desde 1934 a 1937. Fueron mis compañeras: Graciela Balaguer (mamá de Graciela Marcó), María Delfa Pintos Izquierdo, Pimpa Ghirardelli, Sara Porri, Elida Munilla.

-¿Cuál fue su trayectoria luego?
-Yo empecé en 1939 en la escuelita verde, de madera, en Colonia El Carmen. Cuando la escuela cumplió 75 años, ya estaba en construcción la Agrotécnica. Al terminarse, pasó a funcionar allí la escuela primaria. Estuve en esta escuela hasta el año 1942. Hugo Derudder fue alumno de esta institución.
En 1942 me trasladé a la escuela Paso. Estuve hasta junio del año 1944.
En junio de 1944 abandoné la escuela Paso, siendo su directora Leonor Ferrari. Ella me dijo que no sabía la responsabilidad que asumía al ir de directora a otro establecimiento y prometió ayudarme en lo que necesitara. Pero gracias a Dios pude desempeñarme bien y no necesité molestar a Leonor.
Con 24 años, en 1944, llegué entonces a la escuela Nº 8 de Hughes. Aún era soltera.
La escuela era parecida a la casita de Tucumán y hoy ya no existe. Se había inaugurado en 1901, con la actuación de la Banda de Durandó. Debiera haber sido un edificio histórico, pero sólo quedó el dibujo que hizo el alumno Ronaldo Morel de ella.
Recuerdo que el alumno Morel era muy buen dibujante y también hizo la cara del gobernador Uranga, cuando vino a inaugurar un salón para 6º grado, con el mobiliario y todo lo necesario para su funcionamiento. Lo acompañaba el Profesor Guionet, quien era Ministro de Educación de Entre Ríos.
Yo era personal único, maestra y directora. Primeramente tomé pensión en lo del Sr. Florencio Santamaría, vinculado con el comisario de Hughes.
El 20 de septiembre de 1944 me casé con Ubaldo Mateo Blanc. Y nos fuimos a vivir a la casa que tenía la escuela, pero con las mínimas comodidades. El baño estuvo en condiciones después de mucho tiempo, porque la cooperadora lo construyó. Pagaba alquiler por esa vivienda: ganaba $ 160 y $ 10 eran para el alquiler.
La escuela tenía hasta 3º grado. Y yo conseguí la creación de 4º grado, trabajando en horas extras, enseñando a los nenes en el salón comedor.
Así logré que los alumnos no tuvieran que venir a rendir a la Escuela Paso, pudiendo entregarles yo los correspondientes certificados de primaria. Logré luego 5º y 6º grados, de la misma manera, completando el ciclo primario y que los alumnos tuvieran un buen nivel académico para ingresar a la secundaria. Muchos venían a Colón a continuar sus estudios.
Cuando vino el Gobernador a inaugurar el 6º grado, se realizó una gran fiesta. La escuela completaba así el ciclo primario y toda la comunidad se sumó a los festejos. Los alumnos hicieron de mozos y la cooperadora y las mamás organizaron el festejo, preparando picadas y comida casera. ¡ Hasta hicieron los centros de mesa con naranjas!
¡Con orgullo, puedo decir que mis cinco hijos fueron a esta escuela y yo les di su certificado!!
Al poco tiempo de estar en la escuela, pedí a Esther Telechea de Migues, mi compañera en la Escuela Paso, para que viniera a dar clases a Hughes.
Otras maestras que compartieron mi tarea docente, fueron: Gladys Ghiorzo de Smit, que hoy vive en Concepción. Y Luisa Locker, excelente colaboradora, que consiguió ser directora y poner el nombre de su abuelo, Mauricio Locker, a su escuelita. Hoy está jubilada, y muy contenta por haber logrado su anhelo.
También tengo el recuerdo de mis alumnas: Alba Bourlot, de Arroyo Urquiza; Eva Morend y Margarita Palacios, de Colonia Hughes.
Margarita fue una de las alumnas más humildes, pero hoy ocupa un alto cargo en Buenos Aires. También escribe. Cuidó su madre y demostró siempre que con poco dinero se pueden lograr grandes cosas. Amaba su escuela; y aunque salió de su humildad, siempre visitó su escuela. Hoy me sigue visitando todavía, lo cual me llena de orgullo.

-¿Cómo era la escuela?
-Era muy precaria. No había asientos y los hacíamos, entonces, con latas de kerosene o con cajones de frutas. Pero la Sociedad Durandó regaló asientos de su escuela de francés, pues la nieta, Mabel Durandó, era alumna. Y Ema Durandó fue quien me ayudó a criar a mis dos hijos menores.
En la escuela llegó a haber sesenta alumnos. Teníamos Cooperadora Escolar, integrada por los papás; y Comisión de Biblioteca, formada por las mamás.
Yo creé la Comisión de la Cruz Roja Juvenil, integrada por los alumnos; y la Comisión de niños jardineros, quienes hacían rifas y con ese dinero compraban herramientas para hacer huertas y jardines con mi esposo.

-¿Cómo fueron sus últimos años como docente?
En el año 1972 me compré un Fiat 600, pus vivía con mi familia en el ejido y el colectivo pasaba lejos. Mi hijo, con paciencia, me enseñó a manejar. Entonces, iba en el auto con otras maestras.
Me jubilé en el año 1976 en esa misma escuela, después de 32 años. Fui muy feliz en ese ámbito, rodeada de niños y viendo sus logros.
"¡Cuando se cumplió el centenario de la escuela, en 2001, agradecí a Dios el techo que tuvieron mis hijos"!
El 24 de agosto pasado, el Centro de Jubilados y Pensionados de Colón cumplió 70 años.

-¿Participó Ud. de las actividades de esa institución?
Sí, y con mucho gusto. Me jubilé en el año 1976. En 1977 falleció mi hijo Jorge Luis, a los 31 años, en un accidente.
En 1978, Lía Livio me invitó para que la ayudara con las tareas del Centro, en su casa. Nos reuníamos las dos?y con el tiempo comenzamos a reunirnos en la Casa del Docente. Se formó la Comisión y luego se redactaron los estatutos. Los redacté yo, habiendo leído otros, y después los demás miembros hicieron otros aportes.
Pichona Gabaldo me dijo que podían reunirse en Casa del Docente, pero quien limpiaba no la dejó porque estaba limpio, pero sí me ofrecieron el saloncito chico, con la condición de que lo devolviera limpio.
Más adelante, en 1989, le alquilamos al Dr. Bochatón, en Sourigues 93. La casa tenía dos habitaciones que habilitaron para vacaciones de los jubilados. Tenía también una sala para la parte administrativa, ayudábamos a los jubilados y atendíamos al público.
Íbamos al Centro una vez por semana cada uno, de 15 a 18. A mí me correspondía ir los miércoles. Y recibí al primer jubilado que vino de vacaciones: un Sr. Martínez, de Paraná. ¡Pero cuando llegó, me enteré que era don Linares Cardozo, para mi sorpresa!
El fue entonces el primer turista que llegó a Colón a hospedarse.
En el año 1983, integré la comisión como Secretaria. Y continué en la Comisión por varios años. Siempre me llevaba mi esposo, a quien mis compañeras le decían "el Santo", por la paciencia en esperarme.
En el año 1990, vendimos la casa del Ejido Colón y nos fuimos a vivir a San José.
A mí me gustaba mucho estar en el Centro: Mi esposo me ayudó siempre porque entendía que era una tarea solidaria ayudar a los que no sabían completar planillas.
Mi esposo era maestro de música y ejecutaba el bandoneón, que hoy ya no se fabrica más, pero yo lo conservo. Integraba la orquesta de los hermanos Sarrot, de Concepción del Uruguay. El sabía escribir música.

-¿Cómo era la relación entre los miembros de la comisión?
-Siempre nos llevamos bien entre todos; había mucho respeto y cariño.

-¿Hacían beneficios para recaudar fondos?
-No, nos manejábamos con el dinero que enviaba la Federación de Jubilados y con el dinero de los socios.
-"Yo fui muy feliz, con muchas privaciones, pero con un hogar feliz Y mi vida de docente también me permitió brindar mis consejos y experiencias a los niños. Fue una maravillosa tarea".

¡Muchísimas gracias a doña Clemencia Favre de Blanc por su disposición, por sus palabras y por su sonrisa en todo momento. Compartimos un diálogo ameno y enriquecedor! ¡Muchísimas gracias por haberme recibido!
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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