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Son las once de la mañana de un viernes y el Paseo Peatonal San Martin es un hormiguero. Hoy, las cocineras se olvidaron la olla prendida y salieron a “chusmear”. Hace más de 30º y eso no parece importar. Chicos y grandes recorren las vidrieras como perro con bozal , atontados.

Es que, tal como lo anuncia muchacho, se aproxima la Navidad. Hace semanas que luce a su lado una caja de zapatos a modo de pizarra. Allí, Javier expresó con fibra cuál es su necesidad.

Mientras cientos de familias salieron a buscar qué obsequiar, él cumple con su rutina.

Se nos dificulta interpelarlo porque el joven parece volar. Con la cabeza mirando al piso y abrazado a su guitarra, canta y toca una canción tras otra, “como cachetada loco”.

¡Al fin! Dio vuelta la hoja y allí estuvimos. Dispuestos a dialogar a las atropelladas, como el ambiente mismo de la peatonal, donde unos paran a observar, mientras otros se los llevan por delante.

El joven concordiense accede, siempre y cuando sea en su lugar, es decir, sobre la vidriera de Farmacity. Tan pronto como suelta la guitarra comenta: “Cuando vengo a la peatonal pongo un cartel y digo lo que realmente necesito, o lo que me motiva a estar hoy acá. Siempre voy cambiando la frase .El verano pasado necesitaba un ventilador y puse: El verano trae calor, y su colaboración un ventilador. Muchas Gracias”.

En diálogo con El Entre Ríos, Javiar anunció: “Antes del 31 me van a ver con un cartel que diga: Si colabora no le pido más hasta el año que viene”, expresó con picardía, pero aclarando “soy sincero, hay gente que se ríe y se burla. La necesidad ajena es triste, pero yo sigo igual.

Soy autodidacta. No estudié para tocar ni cantar, nací así, con ese problema, dice a las risas, mientras acomoda su cintura sobre la pared.

Ser de la Calle
“Yo vivo en la calle hace mucho tiempo. Por más que esté alquilando y tenga un lugar donde dormir, considero que sigo en la calle, porque trabajo en ella”.

Javier tiene 23 años, es el mayor de cinco hermanos, y nació en Concordia, aunque no vivió mucho tiempo allí. “Desde los 17 años que estoy viajando. Actualmente vivo en Paraná. Alquilo, vivo solo, y estoy terminando mi secundario. Soy artista callejero. Me banco mi secundario con la música. Pero el año que viene, si Dios quiere, estudiaré abogacía", sostuvo el joven.

Sobre su recorrido, expresó que “en los lugares donde más colabora la gente es Paraná, Colón, Mar del Plata, y Buenos Aires.

Visité Federación, Federal, Uruguay, Brasil, Misiones,El Dorado, Oberá ,Posadas,Puerto Rico, y Paraguay. Una sola vez hice dedo, cuando aún no tenía guitarra. Fue un verano que viajé a Brasil, a Florianópolis. Sin guitarra y sin nada, fui a trabajar cantando a capela. Volví con guitarra y una maleta llena de ropa. Gracias a Dios compré todo lo que necesitaba.

En la búsqueda del Titulo
“Me levanto y vengo a la peatonal a tocar. Al mediodía paro, como algo, y entro a la escuela .Salgo de la escuela y vengo de nuevo a tocar y a la tardecita vuelvo a mi casa. Esa es toda mi rutina.

Me estoy preparando para la facultad, para poder tener un titulo lo más rápido posible. No tengo vida, por ahora” expresó en chiste, al tiempo que aclaró que se considera un asiduo lector, a pesar de los contratiempos.

“Hago esto solamente para estudiar, después que cumpla esa meta volveré a viajar, probablemente. Pero quiero asentar cabeza”.

Nadie es Profeta en su tierra
“Concordia es mi ciudad y la amo, pero allí la gente fue muy ingrata. Tuve que irme porque no colaboraban con nada, en ningún sentido. Es la ciudad a la que más me cuesta volver, por la pobreza que hay y la delincuencia. Además, me entristece ver a la mayoría de mis amigos perdidos en las drogas.

Ser artista callejero, no es pedir monedas. Es un trabajo. Yo ofrezco mi tiempo a cambio de una colaboración voluntaria. La única diferencia que puedo tener con un famoso es que no tengo un monto fijo. Si Abel Pintos o Arjona tocasen en la peatonal con este mismo cartel (“Esta Navidad estoy muy lejos de mi madre… su colaboración es mi única esperanza”) nadie pensaría que está pidiendo monedas. Es importante que la gente lo sepa porque se discrimina mucho al artista callejero.

En medio de la charla, interrumpe una señora con un puñado de halagos, y pide a gritos una canción para “nosotras” haciendo referencia a las mujeres mayores

El joven toma su guitarra, y complace a su compañera. Interpreta “Mujeres” de Ricardo Arjona, y la señora de rulos y lentes baila mirando a su alrededor. Le promete colaborar en su próxima visita y le indica dónde la puede encontrar, por si las dudas. Se marcha, a paso lento y a las risas, y Javier y yo seguimos tentados, al igual que quienes vieron a la señora sacudir su cadera.

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