En un negocio de campo, ubicado a un kilómetro de la ciudad, comenzaron a realizarse las primeras reuniones con la atención de un cooperativista de alma que hacía de anfitrión. Don Miguel era plantador de arroz y siempre había soñado con una Cooperativa Arroceros para comercializar la producción de la zona y estos encuentros trajeron una nueva esperanza.
Quiero destacar que don Miguel Isla puso la piedra fundamental para afianzar nuestro compromiso. Corría el año 1973 y en las reuniones comenzamos a tratar el lugar donde funcionaría la Cooperativa. No era fácil conseguir uno apropiado y arrancar de cero, pero la actuación de don Miguel fue detonante cuando nos dijo: Si este campo que estamos pisando es viable para la Cooperativa, lo fraccionamos y entrego la parte que más convenga para el molino arrocero. Tengan en cuenta que tienen al frente una ruta importante y también está lindando con el ferrocarril y en cualquier momento pueden solicitar un desvío de las vías para que los vagones circulen por los galpones y carguen toda la producción.
Estas palabras en forma de promesa se cumplieron cuando afirmó que todo su campo y su casa, en la medida que se lo necesite, lo dispondrá la Cooperativa Arroceros para continuar sus instalaciones.
El tiempo pasó y don Miguel Isla llegó a los 98 años viendo cumplido su sueño. Los pocos socios fundadores que vamos quedando también lograremos todos nuestros sueños cuando algún espacio de la Cooperativa lleve su nombre.
En representación de la Cooperativa Arroceros y de todos los socios van nuestras condolencias para la familia y le pedimos a Dios su apoyo para que don Miguel descanse en paz.
Henry Marcelino Treboux