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Silvia nació y vive en Paraná. Sin embargo... parece pertenecer a aquella comunidad de la ciudad de Resistencia(Chaco), que en la década de 1950 y principios de 1960 gestó ,con paciencia de hormiga , el amor por Fernando, un simple perro blanco que fue de todos ,y de nadie…

A diferencia de aquel lugar donde la unión fue como la de los tres mosqueteros, en Paraná aún no logramos el “todo para uno, y uno para todos”.

Silvia Berón es de esas aventuras que en pocos lados podemos hallar. No hay definición para tanto despilfarro de ternura.

La conocí por casualidad, en la red social Facebook, a través de una foto. Sonriendo “a más no poder” posaba al lado de una cucha que lucía un claro y prometedor “Cuchita solidaria”.

“Las cuchitas son parte de un sueño que yo tenía. Siempre me gustó hacer artesanías con madera, y a medida que fui colaborando con las chicas animalistas (que ayudan a los perritos de la calle) se me ocurrió esta idea: fabricar cuchas solidarias”, expresó Silvia en diálogo con El Entre Ríos.

Un mal transformado en bien

“Yo voy a seguir con esto, porque me deprimí muchísimo cuando a esta edad, a los 60 años tratan de prescindir de mi servicios como empleada de comercio. Todo surgió cuando me despidieron sin indemnizaron, después de cuatro años de trabajo. Me deprimí, no sabía qué hacer, porque a mi edad es difícil conseguir trabajo, por mis estados de salud. Nadie quiere perder, quieren aprovechar la juventud para sacar provecho”.

A pesar de lo que nos cuenta, a los 60 años, su vitalidad es admirable: sin miedos ni complejos, solo bastó el deseo y las ganas de ayudar. Ella misma lo confirma: “decidí hacer el bien, sin mirar a quien.”

Su admiración por los animales surge desde muy temprana edad. Define a su familia como “proteccionista” por naturaleza. Y cuenta que tuvo como mascota un carpincho, que la esperaba a la salida de la escuela. A sol y sombra.

“El amor por los animales me fue inculcado por mis padres. Vengo de una familia luchadora, humilde, pero honrada. Siempre hicimos el bien, al que necesitara. No importaba si teníamos o no, lo importante es hacer el bien. Y eso me quedó grabado a fuego”.

Cuchitas en proceso

En un primer momento Silvia trabajó en su casa, a pesar de tener un espacio reducido. Luego, una señora le ofreció en préstamo un galpón que tienen en el fondo de la casa, en donde acumular el material y realizar la tarea.

Sin la necesidad de rendir cuentas, Silvia tiene su cronograma de actividades: se traslada desde su casa al galpón, todos los lunes miércoles y viernes a partir de las14:30, hasta que el sol decida abandonar la jornada, ya que no tiene luz en el lugar.

Hasta el momento, construyó 22 cuchitas solidarias. La semana pasada entregó la última, que fue destinada a un lugar donde tienen en tránsito a un perro.

Silvia realiza su trabajo en base a donaciones. Pide ayuda en las redes sociales, para recolectar latas de pintura, maderas, y clavos.

”Empecé a sacar las herramientas de mi hijo y ¡a romper martillos en grande! , porque en principio las hacía de pallet. A raíz de eso me enfermé de tendinitis porque hacía mucha fuerza.

Cuando no hay donaciones vendo alguna de las cuchas, las cuales no numero porque las numeradas son solo solidarias. Las vendo a particulares y con ese dinero voy comprando material, para seguir con las demás”. Cabe destacar que entre cuchitas solidarias y las vendidas, Silvia lleva hechas 35 en menos de un año.

La gente que dona es siempre la misma, y se trata de personas que se dedican a colaborar con los animales. No hay gente desconocida que se sume a la causa.

“El año pasado fui al Municipio para pedir que me ayuden con herramientas. Pedí una cierra de banco y no han respondido. Tengo una que me prestaron, pero su uso es limitado. No tengo ayuda del municipio ni del gobierno, la ayuda que tengo es de la gente que ama a los animales”.

Una abuela especial

“Yo hago cosas porque soy abuela de dos nietas maravillosas: Sofía de ocho años y Julia de siete meses .Y quiero dejarles el mejor de los recuerdos a ellas y mis dos hijos. En la vida no importa los impedimentos económicos que puedas tener. Yo no tengo ningún ingreso, pero puedo lograr cosas maravillosas”, dice Silvia sonriente, al tiempo que confiesa: “cuando era joven no pensaba así”.

“Quiero dejarles el mejor de los ejemplos, es lo que más feliz me hace. Quiero que si alguna vez ellos dicen “quiero hacer algo y no puedo”, crean que es mentira, porque todo lo que vos quieras hacer, se puede. Todo…

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