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Todavía existen personas que tratan no de tomar sino de mirar –ya que ambas no son precisamente la misma cosa- la vida en solfa, como forma de hacer diferente a esta época de cataclismos que nos ha tocado vivir, y que en cierta forma, al repercutir, nos golpea en nuestra vida cotidiana.

De allí es que no se puede dejar de sonreír, al escuchar en boca de un vecino explicar que en las calles de nuestra ciudad puede observarse la presencia de dos tipos de "reductores de velocidad" cuales son por una parte las distinta variantes, algunas de ellas sofisticadas, de los ya históricos "lomos de burro", que se trata de "reductores artificiales" en la medida en que son el resultado de la acción humana deliberada, junto a la cual está la categoría de los "reductores espontáneos", cual es el caso de los que resultan consecuencia de la incuria en el cuidado de las calles.

Y si destacamos esa manera de abordar el problema -que como es obvio es consecuencia de la falta de atención de los funcionarios competentes a ese respecto- es por cuanto no se puede dejar de tener presente la reacción malhumorada de aquellos que de una manera irascible afirman que "en Colón no se puede andar más en bicicleta" debido a la seguidilla de este último tipo de reductores por quienes intentan transitar de esa manera por sus calles.

Ante lo cual –y que se tenga presente que no coincidimos con aquellos que divagan acerca de que "todo tiempo pasado fue mejor"- no se puede menos que recordar con añoranza a ese Colón de antaño con sus calles enripiadas, y en que las motoniveladoras municipales se ocupaban de dejar como canchas de bocha después de cada lluvia. Es por eso que los vecinos de entonces mostraban un orgullo frente a dos calamidades que se deban en otras localidades cercanas: una en la que contaban con sectores de calles pavimentadas, pero en las que el resto era intransitable; y otros en lo que no existían aquellas, y en las que se volvía no solo molesta, sino hasta dramática la coincidencia explosiva de lluvia y barro.

Indudablemente se trata de "hacer algo" –por no decir que se hace necesario tomar el toro por las astas- al respecto. Sin dejar de admitir que encarar una tarea de ese tipo en la actualidad se ve complicada con la ampliación del radio urbano, a la que se agrega otra más. Cuál es la de prestar atención a calles a las que se les ha colocado una carpeta asfáltica "made in casa", cuyo mantenimiento, deja cuando menos, un poco que desear.

Todo ello dentro de un cuadro complejo, en el que problemas a medio irresueltos, dado que su solución ha consistido en "emparchar", lleva a la impresión de que nos encontramos ante una administración que no puede hacer otra cosa que seguir su marcha procurando "atajar penales", algo que debe reconocerse trata de hacerlo esforzadamente, aunque en ocasiones el hacerlo viene a perder eficacia, dada la condición errática y hasta desprolija con la que se lo acomete.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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