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Una pregunta: ¿Cómo se escribe bien: dar a basto o dar abasto? Respuesta (que no es nuestra): esta expresión "se suele emplear para expresar situaciones en las que algo es "suficiente o bastante", pero a la hora de su utilización pueden surgir dudas sobre cómo se escribe correctamente. Según la Fundación del Español Urgente (Fundéu) la forma correcta es 'dar abasto', en solo dos palabras. Así, la expresión 'dar a basto' es incorrecta. Esto se debe a que esta locución está formada por el verbo dar y el sustantivo abasto, el cual es equivalente a una 'provisión de cosas o víveres'. Y es que el sustantivo 'basto' no tiene nada que ver, ya que puede ser un "aparejo o albarda", hacer referencia a los naipes y a las "almohadas que forman el lomillo".

Otra pregunta: ¿cuáles son los sinónimos de desbordamiento? Respuesta (que tampoco es nuestra): riada, crecida, inundación, derrame, rebosamiento, anegación. También desenfreno o desmadre.

En realidad, y en referencia a esa concreta y no eufemística "lluvia a cántaros" de la madrugada alargada del último domingo, tendríamos que haber invertido tanto el orden de las preguntas como de las respuestas, llegando a la conclusión de que el agua caída de los cielos fue tan improvista, ya que llovía a baldazos, que no es de extrañar que el derrame llegara a ser más que un rebosamiento para mostrarse como un verdadero desmadre, cuyos gravísimos perjuicios en los casos de algunos, y de las molestias en los de otros, no fueron mayores por fortuna, en ambos casos mayormente por la relativa rapidez con la que bajaron las aguas.

Dado lo cual nadie puede mostrarse quejoso en el caso de que los auxilios por parte de organismos públicos, en el caso que así ocurriera, no llegaran con la rapidez y eficacia que las circunstancias requerían. Una circunstancia que con nada más que un poco de benevolencia permitiría explicar – quedan dudas acerca de si esa explicación serviría de justificación- el hecho que en el sauzal costero del balneario norte de nuestra ciudad, al menos hasta pasada la hora de la siesta se observaran dos grandes y altas acumulaciones -estamos tentados de decir túmulos, dado que hasta cierto punto podrían indicarse que de una manera simbólica vienen a decirnos de la anticipada sepultura de nuestra no demasiada productiva temporada estival- de árboles arrancados de raíz y de ramas desgajadas - junto a otras ramas deshojadas desperdigadas por allí y más allá, y que debieron haber sido con mayor celeridad sacadas del lugar.

Mientras tanto algo totalmente diferente es el juicio que merecen nuestras calles desastradas, independientemente del hecho de que el aluvión pluvial no contribuyó obviamente a mejorar lo que desde antes de su producción exigía un dedicado cuidado al que se le esquivaba. Es que pareciera que a los funcionarios municipales del área competente, de una manera repetida que hasta llega a ser sistemática, no habrían hecho carne en ellos una pauta básica de la física vulgar, cual es la que "el agua siempre busca su nivel".

Dado lo cual no se la busca encausar con el adecuado abovedado de las calzadas, complementado con un correcto sistema de alcantarillados y de badenes (a lo que se debería agregar el hacer más ancha la sección horizontal del cordón cuneta, ya que de otra manera están imposibilitados de contener el agua de lluvia que circula por ellos) resultaría increíble que las cosas resulten de otro modo, ya que no se le puede pedir a las Alturas milagros de esta índole.

Viene al caso volver otra vez más – y con está van. . . - con el insistente reclamo de un fiel lector, al que la insistencia en sus planteos lo lleva casi a volverse cargoso y al que le resulta incomprensible que a pesar del transcurrir de una larga seguidilla de administraciones municipales hasta de personas y colores diferentes, ninguna de ellas haya podido encontrar una solución para evitar el mal estado casi permanente de la última -o de las dos- cuadras de la calle Combatientes de Malvinas, a la altura en que culmina precisamente en el Balneario norte.

Sucede que se trata de unas cuadras en la que la calzada muestra una inclinación –sabíamos de canchas de futbol inclinadas, como es el caso de la de nuestro esforzado Club Unidos, pero no calzadas que den muestras de esa peculiaridad- de manera de uno de sus costados sea significativamente mayor que el otro.

Es porque a nuestro lector esa situación de la que, por lamentarse por los trabajadores municipales que tienen una y otra vez que emparejar el terreno -no necesariamente después de cada aguacero lo que sería mucho pedir- se repite una y otra vez, hasta que vuelve la calle a convertirse en una seguidilla de mini lomos de burros, que semejan olas petrificadas. ¿Por qué son así las cosas? Por el simple olvido, repetimos, que el agua busca su nivel, por más vueltas que se le quiera dar a la cuestión.

Todo lo cual nos lleva a tratar de aclarar si por lo general nuestra administración municipal puede explicar sus falencias por no dar abasto, o si habría que dar vuelta el planteo de la cuestión preguntándonos si los desbordes notorios que enfrenta por lo que parece no dar abasto, son atribuibles en gran medida al menos, a una gestión no del todo eficiente, consecuencia de serios problemas de planificación y el contar con un personal que, más allá de la buena disposición para el trabajo que muchos de sus componentes demuestran, da cuenta de un bajo promedio de capacitación y uno todavía menor de dedicación.

Algo que lleva a que los más altos responsable de las gestión hagan recordar una figura familiar en viejos tiempos, en los que algunos comerciantes de nuestra ciudad se quejaban de no tener tiempo para trabajar, ya que la tarde la ocupaban pensando en cómo iban a hacer para cubrir los cheques que serían presentados al día siguiente en su cuenta bancaria, y la mañana yendo de un lugar a otro con el objeto de conseguir el dinero con que hacerlo. O lo que es lo mismo y traducido en la moraleja a la que deberían atender todos los intendentes municipales, queda claro que una cosa es gestionar y otra cosas es ver que el tiempo pasa no haciendo otra cosa que atajar penales.

Dicho de una forma más académica. Ver no es lo mismo que mirar. Si no se mira no se puede razonar. Si no se razona se sigue siempre tropezando con las misma piedra. Y los platos rotos corren por cuenta ajena...
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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