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Ignoramos si existe todavía en Concepción del Uruguay algún vecino que se lamente del momento en el que el general Echagüe logró el traslado de la sede del gobierno provincial desde aquella ciudad a Paraná. Pero de cualquier manera, aunque no se sepa si es en realidad para bien o para mal, el hecho es que a lo largo de los años y luego de convertirse en capital provincial Paraná, en distintos aspectos de los que no es el menor el demográfico, fue dejando atrás a ciudades también entrerrianas que hasta ese momento corrían en cierta manera parejas, como es el caso de Concordia, Gualeguaychú y la nombrada Concepción, que fuera despojada de ser el asiento de nuestras autoridades.

Es que Paraná por sobre todo es una ciudad burocrática, como consecuencia de su lograda calificación, por más que cuente con industrias, entidades educativas de alto nivel y una actividad turística no despreciable. Lo que viene a decir que, si bien es cierto que en ella como en la mayoría de las ciudades capitales, se hacen presentes varios estratos que guardan un parecido mayor con los propios de la geología que de la sociología, aparece como una "ciudad de empleados públicos" rematada por una burbuja variopinta de altos funcionarios que constituyen un "mundillo de reminiscencias Washingtonianas", dado que allí también se da el cotilleo, el tironeo de celos y las pujas y traiciones propias de los ámbitos de poder, que las series televisivas con origen en el país del norte han vuelto familiares entre nosotros.

De allí que si se quisiera mostrar un panorama de "Paraná al día" habrá que ocuparse del gobernador Bordet, al ser un tema recurrente el establecer cuán cerca del macrismo, que no deja de seducirlo, se encuentra, y la forma en que terminarán esos aparentes pasos de danza. Aunque a decir verdad, pareciera que al único que no le preocupa ese sordo alboroto es al propio Bordet, que sigue adelante procurando ser ecuánime y prolijo en la gestión, por más que lo haga con el férreo contrapeso que constituyen los Urribarri, padre, hijos y acólitos, cuya presencia -y la posibilidad de despegase de ellos- es la principal circunstancia a tener presente al momento de sopesar esa posibilidad.

En el Palacio de Justicia, en cambio, el alejamiento forzado del renunciante – ¿o renunciado?- magistrado Chiara Diaz, contra lo que muchos esperaban no ha servido para que las aguas se aquieten. Alguien de una manera descomedida, sobre todo tratándose de un magistrado, habla de un " arrugue", ya que como es sabido con su renuncia ese juez evitó que continuase el juicio político en su contra, al mismo tiempo que, dando cuenta de la misma susceptibilidad se encontrarían otros magistrados que adolecerían, aunque en menor grado de los comportamientos que a aquél se le imputaran en disposición de fondos que acertadamente se los califica de "reservados", ya que efectivamente lo eran para los integrantes de ese tribunal en forma exclusiva. De allí que suenen fuerte las versiones que vienen a sugerir la intención de Bordet de reducir el tamaño del Superior Tribunal, que de estar integrado por nueve miembros pasaría a serlo por siete, a lo que se sumaría la renovación en la actual composición, como consecuencia del alejamiento de algunos de ellos que están en condiciones de acogerse a los bien ganados beneficios de una jubilación.

La otra novedad – aquí se trata no ya de versiones conjeturas o suposiciones, sino de un hecho concreto- es el comienzo del proceso de selección para cubrir cuatro vacantes en el Tribunal de Cuentas –se trata del presidente, dos fiscales con título de abogados y un fiscal con título de contador- mediante la realización de un concurso público de antecedentes y de oposición. No puede dejar de señalarse la importancia que ese anuncio reviste, si se tiene en cuenta que ese alto organismo gubernamental tiene, por finalidad principalísima, el control de la manera en que en los tres Poderes del Estado, se manejan y se aplican los dineros que, por ser públicos, son en realidad de todos nosotros. De esa manera se podrá superar una situación bochornosa que se viviera en ese Tribunal como consecuencia de que el último presidente del cuerpo – parte del "riñón del urribarrismo", junto con otros miembros de su grupo familiar que ocupan altas funciones en el ámbito gubernamental- ingresara "por la ventana" – una manera de referirse al hecho de que su designación no habría respetado los recaudos legales.

Una circunstancia que llevó a que el ex senador Arralde hiciera un planteo ante el Superior Tribunal "cajoneado" durante más de un año en el mismo y nunca resuelto, demora a la que se atribuye un sordo malestar que habría reinado en ese cuerpo, hasta el momento en que el funcionario cuestionado, se convirtiera en otro caso de "renunciante renunciado" forzado.

Mientras tanto en la Legislatura, todo parece seguir sin novedad en el frente. Sergio Urribarri seguirá presidiendo la Cámara de Diputados, y en el Senado, en la vicepresidencia segunda que hasta ahora ocupaba un legislador de Cambiemos perteneciente al Pro, lo hará en el actual periodo un radical.

Donde no están claras todavía las cosas es en lo que respecta a la jefatura del bloque de senadores de Cambiemos, actualmente cubierto por el senador paranaense Kisser, el cual se afirma que dejaría paso al senador del departamento de Victoria, que pertenece a "la pata peronista" del Pro.

Mientras tanto existen dos temas que se pueden considerar obvios que no sean materia de cotilleos; lo es también, aunque lo hemos dejado de lado, la suerte en la justicia del diputado y dirigente gremial Allende, procesado por enriquecimiento ilícito, y cuyas posibilidades de llegar a un juicio abreviado condenatorio, a cambio de una suerte de inmunidad (mejor habría que hablar de impunidad) de otros miembros de su familia, se disiparon luego de la conmoción que produjo el hecho tomaran estado público las versiones circulantes al respecto; dos temas a los que se debería prestar una especial atención.

El primero tiene que ver con los daños de todo tipo que han provocado los bombazos pluviales, acompañados en ocasiones por vendavales en nuestro sector de la provincia, que ha golpeado fuertemente a moradores y productores, dado lo cual se debe prestar por parte del gobierno una atención especial.

El otro se refiere a la gran incógnita que se abre, al llegar el momento que los escolares vuelvan a la escuela; o para decirlo de una manera más abarcadora, que en todos los establecimientos de la provincia se inicien los que deberían ser los inexcusables ciento ochenta días de clase, en lo que es un derecho que pueden esgrimir tanto los alumnos como sus padres. Es aquí donde, sin alentar muchas esperanzas, esperamos que reine la cordura y se arriben a acuerdos superadores. Aunque de no ser así habrá que ir pensando en otras alternativas. No solo por los chicos, sino también por cuanto no se puede admitir que se siga desangrando la escuela pública.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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