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Resulta en apariencia una figura fuera de lugar e inclusive hasta "descolgada" señalar que, así como deviene imposible recuperar la virginidad perdida, aparece casi imposible el no caer en comportamientos que, al repetirse y no haber sido de entrada corregidos, acaban convertidos en mañas. Escrito así, sin adjetivar a la expresión, ya que no existen mañas buenas y malas, sino que su sola referencia lleva incorporada esta última calificación.

Todos conocemos ejemplos diversos de esa circunstancia, ya por ser espectadores e inclusive lamentables protagonistas de los mismos, dado lo cual se puede prescindir de darlos. Pero, de cualquier manera, no resulta sobre abundante referirnos a un hecho que pudo incluso llegar a pasar inadvertido, atento a la escasa difusión que se ha dado al mismo.

Es que el suceso, a pesar de su aparente insignificancia, puede ser el principio de una nueva escalada, en ese paroxismo delirante que como sociedad venimos recorriendo con una ocupación desnaturalizada de calles, avenidas y rutas de nuestra geografía, hasta que, sin esperarlo ni desearlo, las veamos convertidas en verdaderos campos de batalla.

El incidente al que nos referimos ocurrió en los aledaños de la ciudad bonaerense de Azul, en una de esas instalaciones preparadas especialmente para ser utilizadas en la realización de ferias ganaderas, donde estaba precisamente anunciada la ejecución de una de dichas ferias y donde, incluso, ya habían llegado animales vacunos que estaban apartados en corrales, mientras otros eran transportados en camiones al lugar y no pudieron ingresar.

Debe advertirse que la descripción de ese escenario, de lo que hasta ese momento había acontecido y lo que viene a renglón seguido, es una versión imprecisa de lo allí ocurrido –por más que exacta en lo fundamental- ya que se trata del resultado de una reconstrucción llevada a cabo con retazos de información, por ende fragmentarios, recogidos de fuentes diversas.

Es así que lo que viene a completar el relato, es que se trató de un remate de hacienda que quedó frustrado por la presencia en las cercanías del lugar –no tenemos noticia de que se hubieran traspasado sus límites- de un grupo de personas a las que se las sindica como provenientes de la cercana zona de Tandil el que, de una manera al menos poco amigable –no podemos decir que amenazante por más que quienes se impusieron de su presencia se sintieron cuando no intimidados al menos contestes que no podían llevarse a cabo las operaciones comerciales en esas condiciones- se habría presentado a viva voz como un conjunto de "sin tierras". . . ¿reclamándolas?

Presentando lo ocurrido de una manera exagerada, y teniendo en cuenta la inexistencia de relación o vínculo alguno entre los dueños del local de la feria, ni de los productores presentes con la intención de comprar o vender su hacienda, o simplemente de hacerse una idea de la situación del mercado, ni tampoco de los transportistas que tuvieron que pegar la vuelta con sus camiones y volver cargados al lugar de donde habían retirado la hacienda, lo sucedido podría ser extrapolado al ámbito urbano.

En este caso imaginando a otro grupo de personas – ni siquiera "manteros"- impidiendo el ingreso a un comercio de parroquianos que tuvieran el propósito de ingresar al mismo para hacer sus compras.

Ignoramos lo que aconteció después, de modo que tampoco sabemos si hubo reacción de las autoridades frente a lo sucedido y en qué consistió la misma. Pero lo que debe quedarnos en claro es que situaciones como la expuesta convendría fueran cortadas de raíz, si lo que queremos es que no se conviertan en maña.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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