La decisión una vez adoptada fue exitosa y rápidamente ejecutada, aunque resulta -y así lo destacamos- opinable. Lo cual no significa que hubiera sido incorrecto nuestro inmediato reclamo, hasta ahora no atendido, de plantar dos hileras de alguna especie arbórea a ambos lados de la calle. Cierto es que la frondosidad del entorno servía, y sirve, para disimular la falencia pero ello no impide que ella exista y que deba ser reparada.
De cualquier manera, no podemos dejar de manifestar nuestra pesadumbre ante la escasa, por no decir nula, esperanza que un reclamo de este tipo, razonable como es, sea atendido. Es que hemos llegado a la conclusión que de quienes gestionan nuestros intereses a nivel local, no se trata que sean poco o nada amigables con los árboles, sino que lisa y llanamente son incapaces de "verlos" aunque los miren, como tampoco ven la ausencia evidente en calles arboladas con un ligero parecido a encías semidesdentadas, o las cuadra y cuadras desprovistas de árboles, en una señal que la contribución al desarrollo de la ciudad efectuada por tanto viejos y nuevos vecinos, no viene acompañada por el quehacer gubernamental. Salvo que se trate de palmeras, a las que suponen que milagrosamente ya nacen grandes. . . La pregunta pendiente: ¿es este un solo caso o son muchas las cosas que a las que se las mira sin ver?
