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Para explicar hasta qué grado vivimos en un mundo que da toda la impresión de haber enloquecido, se debería comenzar por preguntarse acerca de la salud mental de quienes nos gobiernan, dejando, por esta vez, de lado la de quienes los eligieron. De allí que no deba extrañarnos que un afamado periodista haya efectuado la comparación entre Calígula, y algunos de los que se supone son líderes mundiales actuales. Entre ellos se menciona el caso de personajes inefables, del que es un ejemplo sobresaliente Trump.

Es que Calígula, un emperador romano descripto durante su gobierno por los patricios integrantes del Senado "como loco", respondió a esa imputación nombrando como cónsul a?su caballo. Con lo que vino a decir "puedo hacer todo lo que se me venga en gana, desde nombrar a un caballo para un cargo de honor tanto para arriba como para abajo".

Y esa es la impresión que según otro periodista, provocan algunas manifestaciones de Trump –muchas de las cuales se hacen presentes en los tuits por él enviados- así como ciertas obsesivas decisiones suyas, tal la determinación de separar a su nación de Méjico, construyendo con ese objeto una versión actual de la "gran muralla china".

Lo más grave de todo, es que a esas, por ahora, bravuconadas suyas que tienen un contenido cruel, son muchos quienes en Estados Unidos las toman en serio y se entusiasman con ellas; mientras que a otros les suenan irresponsablemente como divertidas, como si se tratara de cosas dichas para entretener a quienes las escuchan.

De lo cual es un último ejemplo el hecho de que pusiera en vilo al mundo con el anuncio del envío, al mar próximo a la península de Corea, de un portaviones en compañía de una flota, cuando en realidad, y al menos en el momento en que efectuara el anuncio, ese grupo operacional navegaba en las proximidades de Singapur con destino a Australia.

Es que como decían antes los padres "hay cosas con las que no se juega", máxime cuando quien lo hace tiene en sus manos las claves que permiten llevar al mundo a un holocausto nuclear.

Habrá quien seguramente podrá pensar lo mismo del venezolano Maduro, el "hijo" de Hugo Chávez quien durante un tiempo, ya en el poder, se pudo dar el lujo de tener como interlocutor a un pajarito por medio del cual estaba en condiciones de intercambiar mensajes con un Chávez cósmico.

Sin embargo no lo es porque Maduro está definitivamente loco -o al menos actúa como si lo estuviera- y su desmesura carece de los límites que ciñen a Trump. Quién tiene que lidiar con instituciones sólidas y en condiciones de ponerle freno.

De donde, y a diferencia de la de Trump, la de Maduro parece ser una locura sin remedio, un recorrido sin retorno que desembocaría en un funesto desenlace. Una situación de la que, en nuestro, caso nos salvamos por poco. Aunque en realidad no del todo porque Santa Cruz parece haberse convertido en una mini Venezuela.

A lo que debe agregarse una similitud de vieja data, traducida en un cruel chiste con el que nos autoflagelamos. Aplicación que es posible por cuanto estando Venezuela plantada encima de los yacimientos de petróleo y gas mayores del mundo, su población no ya no encuentra donde comprar papel higiénico, sino que se muere literalmente de hambre o de enfermedades graves pero curables, por estar desprovistas farmacias y hospitales de los medicamentos que en la mayoría de nuestros países son no solo accesibles, sino que se los puede considerar de utilización corriente.

Lo que reformulando el chiste referido, cabría decir que también Dios hizo de las suyas cuando, para compensar tantas riquezas potenciales de las que daba cuenta su territorio, puso sobre Venezuela? a los venezolanos.

Aunque habría que pedir disculpas de hacer en forma en apariencia festiva, una referencia a la inmensa tragedia que allí se vive. Y en cambio destacar el hecho que sino todos los hombres, al menos los latinoamericanos nos mostramos en una situación que parece llevarnos a tropezar dos veces con la misma piedra.

Ya que Hugo Chávez llegó al poder como consecuencia de la creciente corrupción de un régimen, que por su decadencia no estaba en condiciones, ni tenía la voluntad de hacer el esfuerzo para auto-regenerarse, que continuó con las dilapidaciones anteriores, con más convidados para participar en ellas? Al mismo tiempo que la corrupción anterior no solo no se corrigió sino que aumentó.

A lo que en este bamboleante recorrido se debe agregar la impotencia que muestran lo que se ha dado en denominar "la comunidad de naciones" –o mejor dicho la comunidad de estados- comenzando por los de nuestro continente, para contribuir a dar término a situaciones de auto destrucción de un estado soberano, cuando ello no resulta de interés de alguna de las potencias centrales, de manera que se produce un estancamiento insuperable de esa comunidad frente a ese estado de cosas.

Algo que viene a decirnos del escaso valor – por no hablar también de la hipocresía- que se hace presente ante un conflicto entre estados o en el interior de uno de ellos, cuando entran en juego intereses contrapuestos de las grandes potencias.

Se ha dado esa situación en el caso de Siria, destruida y vaciada por una guerra civil, que pudo haberse frenado en sus etapas iniciales evitando pérdidas de vidas humanas, emigraciones calamitosas y destrucción de la infraestructura material, de no estar los Estado Unidos y Rusia dando cuenta de apoyos enfrentados, ya que la primera lo hacía con una de las facciones que componían el sector de los beligerantes, mientras que Rusia lo hacía con el régimen imperante.

Algo que se repite en el caso venezolano, aunque en éste la imposibilidad de arribar a una solución que, aunque tardía permitiera acabar con el conflicto, es consecuencia de la relación especial –habría que hablar de un maridaje- que se da entre los regímenes cubano y venezolano; con lo que indirectamente éste viene a quedar amparado en un tutelaje no manifiesto por parte de Rusia.

A todo lo cual se añade la circunstancia un sinnúmero de países caribeños, la mayor parte pequeños estados insulares, se alinean detrás del régimen de Maduro, quien a cambio de petróleo barato ha comprado su adhesión.

Al mismo tiempo, si bien por las circunstancias precedentemente expuestas dentro de la Organización de Estados Americanos se han producido resistencias que frenen la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, el venezolano es un ejemplo claro en el que se deben poner en función sus disposiciones, debe –la verdad se ha dicho- que decidir hacerlo no cambiaría las cosas con la urgencia que exigen sus circunstancias.

Es que cualquier solución que se busque ayer mismo hubiera resultado tardía e insuficiente, dado que en el mejor de los casos las sanciones previstas están encaminadas a presionar al Estado transgresor, cuando lo que aquí es necesario es la aplicación de mecanismos de mediación y hasta de arbitraje, ya que la intervención en el terreno de una misión internacional es a la vez de inadmisible e imposible implementación.

Es por eso que de cualquier manera la pregunta de fondo es la siguiente: ¿qué es lo que se puede hacer "ya", para que los venezolanos no se sigan matando entre ellos?

M.S.J.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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