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Mandela provocó un cambio social constructivo.
Mandela provocó un cambio social constructivo.
Mandela provocó un cambio social constructivo.
Una noticia entre las tantas ya fagocitadas por otras nuevas

Somos la mayoría de nosotros, devoradores de noticias, o al menos nos comportamos como tales. Estamos así siempre pendientes de la última, a la que por otra parte exigimos la instantaneidad propia de lo efímero, mientras que, como consecuencia de la cualidad apuntada, luego de ser devoradas por nosotros, desaparecen sin dejar marca.

Así, la muerte de Micaela García o de Emanuel Balbo, ¿por cuánto tiempo las tendremos presentes? Mientras que contestar esa pregunta, sirve más que ninguna otra cosa para establecer hasta qué punto ellas nos han marcado. ¿De aquí en más abordaremos realmente la tragedia del feminicidio en otra forma? ¿Se conseguirá que un partido de futbol vuelva a ser un espectáculo deportivo vivido en estadios en los que las tribunas estén llenas de grupos de familias?

Transcribo ahora una noticia que en apariencia es poco menos que una anécdota sucedida en Tandil, y en relación a la cual casi con seguridad se ha dado vuelta la hoja de inmediato sin hacer ningún comentario o, cuando mucho, haciendo apenas un comentario al pasar.

El presidente Mauricio Macri fue insultado e increpado por manifestantes hoy cuando salía de la iglesia del Santísimo Sacramento en nuestra ciudad, donde pasa la Semana Santa con su familia. El hecho -que no pasó la frontera de la agresión verbal- se dio cuando otro grupo de personas felicitaba y saludaba al mandatario. Macri había llegado a la iglesia en compañía de su hija más chica, Antonia, y fue increpado por un grupo de manifestantes cuando se subía a su camioneta. Las personas que lo abordaron tenían carteles que pedían por la libertad de Milagro Sala y también reclamaban por la paritaria nacional docente."Macri pará la mano", decía otra de las pancartas que llevaban los vecinos que protagonizaron el episodio, que solo fue un momento incómodo para el jefe de Estado y no pasó a mayores. Es más, él mismo se fue manejando.

Lo así relatado se trató de un escrache que si no tuvo ningún efecto, es por el hecho de que al mismo su destinatario no le dio en apariencia alguna. Pero al mismo tiempo lo ocurrido tuvo una importancia que puede pasarnos lamentablemente desapercibida, en cuanto viene a mostrar hasta donde se pone de esa manera en cuestión en qué tipo de sociedad estamos cerca de convertirnos.

Cuando concluimos que el escrache y el buylling pertenecen a la misma familia con iguales efectos perversos.

La cruel -por lo molesta- realidad que se vive en el área metropolitana que es la Buenos Aires extendida, ha hecho que si bien no resulten tan habituales como los piquetes y los cortes de calles, avenidas y puentes, nadie entre nosotros pueda ignorar el significado de un escrache. Aunque habitemos en pequeñas localidades de provincia, donde su producción es vista como un hecho inusitado. Sin dejar de advertir que por la ductilidad que los caracteriza los piquetes pueden, en determinadas circunstancias, dar lugar a un escrache.

A la hora de describirlo no se presentan mayores problemas, ya que de acuerdo a una opinión generalizada se trata de un tipo de manifestación en el que un grupo de personas, a las que en ocasiones se les da el nombre de activistas se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere hacer víctima de burla o escarnio o procede de la misma manera al encontrarlo en un lugar público. Dicho con las palabras de Mariano Grondona, el escrache es una agresión física que no llega a ser cruenta, contra aquellas personas a las cuales sus agresores procuran menoscabar simbólicamente delante de la sociedad.

Si bien existen constitucionalistas que se pronuncian por considerar legal y hasta legítima su práctica, no puedo dejar de transcribir la valoración que de ellos ha efectuado un periodista santafesino y que ha hecho suya una agrupación justicialista paranaense cuando la considera la versión politizada de la patota.

Explicando a continuación que la patota y el patotero son dos versiones canallas de la vida cotidiana. El escrache es lo mismo que la patota, con la sutil diferencia de que los patoteros, en este caso, se justifican invocando una razón política. El patotero y el escrachador no son diferentes en lo que importa, es decir en el ejercicio de la violencia alevosa y cobarde. Lo que distingue a uno de otro es la retórica disfrazada de ideología (. . .) Sin dudas, desde cualquier punto de vista, la actitud cobarde de juntar fuerzas para insultar a alguien en situación de vulnerabilidad, en su hogar, debe ser repudiada (. . .) El patotero supone que sus acciones no tienen nada que ver con la política; el escrachador se justifica a sí mismo invocando argumentos políticos que transformarían un acto cobarde y miserable en una causa justa. Desde el punto de vista estrictamente político, el escrachador es más peligroso que el patotero porque uno viola el Código Penal, mientras el otro viola la convivencia social.

Por su parte acoso escolar, también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar, matoneo escolar, maltrato escolar o -en estos tiempos de acelerada adopción de palabras inglesas- el bullying- es para los autores que se han ocupado del tema cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciber-acoso.

Se trata de un maltrato predominantemente de carácter emocional (aunque no hay que descartar la violencia física) que se da por lo general en las aulas y en el patio de las escuelas aunque no hay que descartar que ocurra en el trayecto que une la casa de un alumno y el edificio escolar. Su gravedad no se mide por el acto en sí y sus consecuencias muchas veces catastróficas (ya que puede desembocar en el suicidio) sino por estar protagonizado por escolares de ambos sexos que por su edad están por ingresar en la adolescencia, en lo que puede ser el primer paso en dirección a convertirse en personas perversas.

De esa manera queda claro el porqué de mi afirmación de que el escrache y el acoso personal pertenecen a una misma familia. Es que tanto en uno como en el otro, en el núcleo duro que hace a su esencia, se encuentra presente la intención de humillar y de menoscabo.

Al respecto, al referirse al humillar un reconocido psicólogo social ha advertido que la palabra humillación se refiere a un acto y una emoción: es el acto de devaluar injustamente a un individuo o a un grupo por parte de otros que tienen el poder de conseguirlo Y que a la vez su otra cara es la emoción que surge cuando lavíctima toma consciencia de que dicha devaluación ha tenido lugar."

Es por eso, agrega el autor, que la emoción de la humillación es profundamente dañina para las víctimas, con consecuencias poderosas que tienen la aptitud de transformar en indecente una sociedad decente, cuando no se da el caso de sociedades que resultan indecentes desde el vamos?

La Sociedad Decente


De esa manera titula uno de sus libros Avishai Margalit. Se trata de un filósofo israelí, catedrático del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton y catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

En la obra indicada y de acuerdo a la reseña de la misma que se publica en una revista especializada, que paso a glosar, Margalit construye lo que cabe considerar una teoría filosófica de moral práctica. Se agrega que parte de la presuposición que una sociedad decente, o una sociedad civilizada, es aquella cuyas instituciones no humillan a las personas sujetas a su autoridad, y cuyos ciudadanos no se humillan unos a otros.

Insistiendo en lo mismo de de una manera apenas diferente: ¿qué es una sociedad decente? La respuesta que Margalit propone es: "una sociedad cuyas instituciones no humillan a las personas. Añade que en la actualidad, la filosofía centra básicamente su atención en el ideal de la sociedad justa basado en el equilibrio entre libertad e igualdad.

Pero luego de admitir que el ideal de la sociedad justa es sublime, pero difícil de poner en práctica; el de la sociedad decente se puede materializar incluso en la vida de nuestros hijos.

Con lo que queda en claro que los hombres podemos y somos diferentes en infinidad de aspectos, pero lo único capaz de sentar las bases para una sociedad mejor, es llegar a comprender, actuando en consecuencia, que algo que nos iguala a todos es el hecho de que igualmente todos somos merecedores del respeto a nuestra persona, por la circunstancia que sin excepción somos portadores de esa especialísima cualidad, a la que damos el adecuado nombre de dignidad humana.

Transcripción de reflexiones de actualidad


Son de la socióloga noruega Evelin Lindner, una de las científicas sociales que con más profundidad ha estudiado el fenómeno de la humillación; ella ha publicado recientemente un libro en el que se ocupa del vínculo entre la estructura profunda del terrorismo y el genocidio, y ofrece la humillación como una explicación para ambos sentimientos, que llevan el potencial de conducir a actos de humillación y ciclos de humillación.

Transcribimos textualmente: "Los tiempos históricos actuales se caracterizan por dos tendencias históricamente novedosas, primero, la interdependencia global que aumenta rápidamente y, segundo, un creciente impacto del mensaje de derechos humanos. Además, nuevas investigaciones indican que uno puede sentirse tan humillado en nombre de las víctimas con las que se identifica, como si sufriera este dolor, fenómeno que se magnifica cuando los medios de comunicación dan acceso al sufrimiento de las personas en lugares lejanos. Los ideales de derechos humanos también agravan este efecto porque la humillación representa la violación fundamental del ideal de derechos humanos de igualdad en dignidad para todos los seres humanos. En el contexto de la globalización y de los derechos humanos, por lo tanto, las personas humillantes ya no producen humildes subalternos, sino que corren el riesgo de fomentar "terroristas" enojados, que todavía no se dan cuenta de que la igualdad de derechos y dignidad para todos sólo puede ser alcanzada por medios no humillantes. El camino Nelson-Mandela de la humillación, es decir, su estrategia de emprender un cambio social constructivo proactivo en lugar de ciclos reactivos de humillación, requiere el fomento local y global, de un clima social de diferenciación madura.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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