Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El caso Islandés: del sentido común forzoso (¿?) al toque de queda infantojuvenil (¿?)

Un organismo de nombre largo y una multitud de integrantes


En Colón, la Municipalidad local acaba de aprobar algo que no es, ni más ni menos, que la creación dentro de su ámbito del Consejo Consultivo para Prevención y Tratamiento Integral de los Consumos Problemáticos de Sustancias y las Adicciones.
Consejo que a su vez estará compuesto, luego de que tuviera en comisión el tratamiento correspondiente, por un representante de Gendarmería Nacional, un representante de Prefectura Naval Argentina, un representante de Policía Federal, un representante de la Unidad Fiscal Colón, un representante del Juzgado de Familia y Penal de Menores, un representante del Equipo Interdisciplinario del Juzgado de Familia y Penal de Menores, un representante del Departamento Ejecutivo Municipal, un representante de cada bloque del Concejo Deliberante, el Director del Hospital "San Benjamín"; un representante de la Policía Departamental, un representante del Área de la Juventud, el Director Departamental de Educación, un representante de cada grupo de Prevención de Adicciones o de organizaciones que luchen contra la droga-dependencia en la ciudad. Una verdadera multitud, que puede no dejar de crecer, ya que se deja abierta la posibilidad a futuras incorporaciones Aunque es algo improbable encuentre eco, ya que en la misma ordenanza se establece que la actuación de los miembros será ad honorem.

Luego de lo cual, vendría al caso la inevitable recordación de esa ocurrencia de Juan Domingo Perón, cuando advirtiera que si se quiere que algo no funcione o una meta no se logre, nada es mejor que la formación de una comisión, a la que dejaré de lado, no solo por la loable finalidad de la naciente entidad, sino atendiendo a la manera prolija con que se enumeran sus objetivos.

Es así que se hace posible encontrar en una larga lista de acápites (que se pueden desagregar desde la A hasta la Z), algunos propósitos valiosos, en el caso que otras municipalidades de nuestra provincia se atrevan a imitar la creación de este organismo elefantiásico.

La promoción de la salud de la población en general y la protección de los menores en particular resulta un objetivo de tal amplitud que no solo escapa al específico objetivo del Consejo, sino que de serlo significaría, de entrada nomás, meterlo en un berenjenal del que tanto nuestro gobierno provincial, con el supuesto auxilio de la administración municipal local parecieran mostrarse desbordados e incapaces de manejar.

Resulta en cambio de interés destacar y remarcar la aspiración que este cuerpo contribuya de manera eficaz a lograr la participación de la iniciativa social en la construcción de las políticas de consumo problemático de sustancias y adicciones; a la vez que la generación y el desarrollo de proyectos y políticas activas y transversales en materia de esos mismos consumos.

Del pensamiento lateral


Tendré más adelante ocasión de volver sobre la importancia de la necesidad de alcanzar consensos, amplios y profundos acerca del problema, pero mi atención primera se vuelca acerca de aquello a que se hace referencia al mencionar proyectos y políticas transversales.

Es que esa alusión a la transversalidad, la he asociado con un método de pensamiento al que se denomina pensamiento lateral, al que se supone eficaz como una técnica para la resolución de problemas de manera imaginativa e indirecta y con enfoques no ortodoxos, que normalmente serían ignorados por el pensamiento lógico.

Según un especialista que se ha ocupado del tema, la idea central es la siguiente: al evaluar un problema existiría la tendencia a seguir un patrón natural o habitual de pensamiento (las sillas son para sentarse, el suelo para caminar, un vaso para ser llenado con un líquido, etc.), lo cual limitaría las soluciones posibles. Con el pensamiento lateral sería posible romper con este patrón rígido, obtener ideas mucho más creativas e innovadoras para representar todos esos caminos alternativos o desacostumbrados, que permiten la resolución de los problemas de forma indirecta y con un enfoque creativo. En particular, la técnica se basa en que, mediante provocaciones del pensamiento, se haría posible un desvío del camino o patrón habitual del pensamiento.

De lo que se trataría es de tener en cuenta que al enfocar un problema con un pensamiento vertical es posible que no se encuentre la solución, ya que usualmente, se deducen cosas que son factibles pero que seguramente no son la respuesta buscada; mientras que con mente abierta se enfrenta a cada nuevo problema que se presenta.

Algo que a su vez implica, según el autor que sigo, que lo más importante en el pensamiento lateral es saber qué preguntas deben formularse. Cuando se utiliza este método para resolver problemas se debe comenzar haciendo preguntas generales para enmarcar adecuadamente el problema. Luego, examinar los datos conocidos con preguntas más específicas sometiendo a examen las hipótesis más obvias, hasta alcanzar una visión alternativa cercana a la solución.

El ejemplo islandés


En cuanto cabe considerar como una utilización concreta del pensamiento alternativo (así la veo, puedo estar equivocado, pero aunque de ser incorrecto el etiquetado, sigue siendo válido lo que a continuación se escribe) voy a hacer referencia a lo que he denominado como un ejemplo que, de una manera harto resumida y simplista, he recogido de un artículo publicado en la revista científica Mosaic Science, respecto a la manera en que Islandia encaró el aparentemente irresoluble problema de las adicciones.

Una nota en la cual, más allá de la relación de los hechos, ocupan un rol protagónico Gudberg Jónsson, un psicólogo islandés, y sobre todo Harvey Milkman, catedrático de Psicología estadounidense que da clases en la Universidad de Reikiavik durante una parte del curso.

Cierto es que Islandia es una isla enclavada en el Atlántico norte, con una población que trepa poco más de las trescientas mil almas, factores, entre otros muchos, que no la hacen fácilmente comparable con nuestro país pero al que de cualquier manera no está demás atenderlo.

Hace 20 años los adolescentes islandeses eran de los más bebedores y adictos de Europa. El aparente milagro es consecuencia de un paquete de medidas que se basan en lo que se grafica como sentido común forzoso".

Para encarar el problema fue fundamental partir del presupuesto que el origen de las adicciones estaba en la química cerebral. Los menores "combativos" buscaban "subidones", y podían obtenerlos robando tapacubos de basura, radios, y más adelante, coches, o mediante las drogas estimulantes. Por supuesto, el alcohol también altera la química cerebral. Es un sedante, pero lo primero que seda es el control del cerebro, lo cual puede suprimir las inhibiciones y, a dosis limitadas, reducir la ansiedad.

Y de allí que se preguntaran acerca de si para conseguir cambios positivos de este tipo en el funcionamiento cerebral, dado que la gente se puede hacer adicta a cualquier cosa, por qué no organizar un movimiento social basado en la embriaguez natural, incidiendo para lograrlo en la química de sus cerebros, dado que parece evidente que la gente, de poder hacerlo, tendría que optar por cambiar su estado de conciencia, sin los efectos perjudiciales que acarrea el consumo de drogas y adicciones similares.

Es así como al encararse de esa manera el problema se estableció la existencia para niños y jóvenes de cuatro factores con efecto protector: (I) la participación, tres o cuatro veces a la semana, en actividades organizadas, en particular deportivas; (II) el tiempo que pasaban los hijos con sus padres entre semana; (III) la sensación de que la escuela a la que concurrían se preocupaba por ellos, y (IV) no salir por la noche.

De allí que las leyes cambiaran en Islandia. En ese marco de un régimen de sentido común forzado se penalizó la compra de tabaco por menores de 18 años y la de alcohol por menores de 20. Se reforzaron los vínculos entre los padres y los centros de enseñanza mediante organizaciones de madres y padres que se debían crear por ley en todos los centros junto con consejos escolares con representación de los padres. Se instó a estos últimos a asistir a las charlas sobre la importancia de pasar mucho tiempo con sus hijos en lugar de dedicarles tiempo de calidad esporádicamente, así como a hablar con ellos de sus vidas, conocer a sus amistades, y a que se quedasen en casa por la noche. Asimismo, se aprobó una ley que prohibía que los adolescentes de entre 13 y 16 años saliesen más tarde de las 10 en invierno y de medianoche en verano.

Casa y Escuela, el organismo nacional que agrupa a las organizaciones de madres y padres, estableció acuerdos que los padres tenían que firmar. El contenido varía dependiendo del grupo de edad, y cada organización puede decidir qué quiere incluir en ellos. Para los chicos de 13 años en adelante, los padres pueden comprometerse a cumplir todas las recomendaciones y, por ejemplo, a no permitir que sus hijos celebren fiestas sin supervisión, a no comprar bebidas alcohólicas a los menores de edad, y a estar atentos al bienestar de sus hijos. Estos acuerdos sensibilizan a los padres, pero también ayudan a reforzar su autoridad en casa, según se explica ya que es esa manera es más difícil utilizar la vieja excusa de que a los demás les dejan hacerlo. Se aumentó la financiación estatal de los clubs deportivos, musicales, artísticos, de danza y de otras actividades organizadas con el fin de ofrecer a los chicos otras maneras de sentirse parte de un grupo y de encontrarse a gusto que no fuesen consumiendo alcohol y drogas, y los hijos de familias con menos ingresos recibieron ayuda para participar en ellas.

Y por casa ¿cómo andamos?


Por mi parte descreo de las posibilidades de aplicar entre nosotros un plan de este tipo. No sólo porque el sentido común no se puede imponer por la fuerza (de ser así no estaríamos como estamos), sino que con el solo amague de la posibilidad de decretar un toque de queda infanto-juvenil, estoy convencido que asistiríamos a la más grave de las rebeliones de las que podamos tener memoria. A la vez, amén las familias incompletas que se completan y se vuelven a descompletar, como las familias con varios ensambles sucesivos, unido a la falta de compromiso con sus responsabilidades parentales con todos los que de una manera irresponsable y ni siquiera así, porque se lo hace de una manera inadvertida, se ejerce la voluntad procreativa (otra palabreja novísima como parental, para referirse a acciones tan viejas como el hombre) lleva a concebir algo parecido como imposible. Sin que ello signifique que no sea acertado el diagnóstico y que haya que hacer el esfuerzo de recuperar valores a la par que se modifican comportamientos. No se trata de que esté prohibido prohibir, como lo proclamaban los estudiantes parisinos en 1968, sino que es más respetuoso y respetable, a la vez que tiene mejores resultados la persuasión que la imposición.

Mientras tanto infinidad de clubes deportivos se muestran pioneros en la aplicación del pensamiento lateral al acoger a chicos y jóvenes. De donde son merecedores que tanto desde el gobierno como de cada comunidad se vuelquen los recursos indispensables para que puedan llevarse a cabo e implementar programas que tengan a los más jóvenes como centro.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario