No debe extrañar que en ese marco se escuche a un candidato presidencial de la extrema derecha de ese país exclamar: "derechos humanos, estiércol de la escoria social".
Algo que un sociólogo brasileño explica señalando que es la consecuencia de que mucho más de la mitad de la población admite que vive en un territorio dominado por alguna facción criminal. Circunstancia que vendría a explicar, lo que así se expresa: "el miedo se ha apoderado de la sociedad brasileña".
Un miedo con una causa real, que alimenta fantasmas que lo amplifican y perversamente lo distorsionan, de manera que allí, como en todas partes, al permitirlo nos convertirnos en prisioneros de esos fantasmas, en lugar de dedicarnos a enfrentar con valentía y eficacia los problemas reales.