¡Qué fatigoso se hace el tiempo en todas partes, para hacerse de unos pocos pesos! Aunque hasta cierto punto, en ese caso, mía fue la culpa, ya que me debería haber percatado qué significaba que no hubiera nadie haciendo cola justamente frente a ese cajero. Quise probar con otro vecino al que conmigo se portó tan descomedidamente. Corrí igual suerte.
Y me pregunté, por qué al menos no se los programa a los cajeros para que nos enteremos de entrada, con lo que nos tenemos que encontrar.
Demás está decir que ese no es el único problema con que nos topamos y con el que tenemos que lidiar en esa maratón de paciencia que es ir a un banco, y que no son sino mínimos sabotajes a la "bancarización", de la que tanto se escucha hablar y tanto motivo da para desconfiar.