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Desde siempre se supo que el primer hombre y la primera mujer se hicieron con barro de "el paraíso".

La cuestión pendiente sigue siendo saber en dónde estaba ubicado. Ya que según escuché decir, hubo quienes lo hacían en la Mesopotamia -aunque no la nuestra- sino a la que dan forma los ríos Tigris y Éufrates. Así como a Noé se lo hacía dejar su arca, casi en la cima del monte Arafat.

Luego se tuvo casi por probado -por aquello de que algo se lo tiene por cierto hasta que se encuentre otra cosa que por lo menos sirva para poner en duda esa certeza- que el paraíso estaba en un lugar del Cuerno del África. Algo que inexplicablemente no llevó a nadie a imaginarse a Adán y Eva como de raza negra, y en consecuencia a hablar de la supremacía de la raza negra.

Distinta puede llegar a ser la postura de algún grupo racista alemán -mencionado por lo menos como neos nazi, o simplemente como nazi- al haberse hecho pública la noticia que un grupo de dientes hallados en el antiguo cauce del río Rin, cerca de la ciudad alemana de Eppelsheim, podría obligar a reescribir la historia de la humanidad.

Los arqueólogos descubrieron en el terreno de grava y arena del suroeste alemán unos dientes fosilizados que tendrían 9,7 millones de años, que se asemejan a los del esqueleto de "Lucy", el ancestro humano más antiguo encontrado en Etiopía, cuya antigüedad se calculó en 3,2 millones de años.

De donde las "supremacías blancas" tendrían un argumento más para argumentar falazmente que "los blancos, altos, rubios y de ojos celestes" serían la raza superior. Los primeros en todo, hasta en ser los que llegaron primero.

Y que las demás razas son el resultado de su degeneración -como sucedería con los gitanos, judíos y negros- y no nos quedaría más remedio que "vivir de lástima", a los que no somos ni una cosa ni la otra.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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