Algunos lectores, cuando leen algún comentario sobre algo puntual referido a un tema X, y ese no va por la línea del que lo lee, intenta descalificarlo a través de llamados de atención sobre la forma de escribirlo. Generalmente quienes lo hacen, tienen con la ortografía un mejor vínculo pero eso no indica que tengan conciencia de ella, porque también en esos comentarios aparecen errores que, seguramente, no serán advertidos por el destinatario pretendido pero sí por otros.
¿Qué significa tener conciencia ortográfica? Implica una postura lingüística de reflexión permanente. Aquellos que trabajamos con el lenguaje tenemos conciencia ortográfica. ¿Por qué? Porque el buen uso de ella impacta en los lectores que menos dificultades tienen y porque creemos que la prolijidad en el lenguaje nos identifica.
Atrévanse a leer los comentarios que se hacen sobre acontecimientos de la actualidad y observen el grado de violencia que se ejerce en ellos ante posturas disímiles. Por esa línea vendría el título, parafraseando a la señora Mirtha Legrand.
En la educación pasa lo mismo. No sólo se juzga a los alumnos que mantienen una mala relación con la palabra escrita, sino que también se hace con aquellos que deberían acercarla con los mayores cuidados y con planificaciones revisadas.
Esto no es extraño para quienes trabajamos en la educación ya que a diario nos encontramos con colegas que tienen dificultades con el tema pero, que a pesar de reconocerlo, no asumen una postura seria, pues poco o nada hacen para corregirla.
Este espacio intenta que podamos intercambiar opiniones y, por qué no, formar un grupo (virtual o real) para abordar el tema.
La próxima semana trataré de esbozar la idea que sostengo sobre las mal llamadas malas palabras.
Profesor Mario Ricci
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