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Para comenzar este artículo, se me ocurre que deberíamos contrastar las “malas palabras” con aquellas que serían “buenas palabras”, y todo puede resultar un juego en el que cada uno de nosotros podremos elegir en qué grupo poner cada una de ellas. Entonces deberíamos iniciar por definir qué entendemos por bueno y qué por malo.

Para no entrar en terrenos altamente subjetivos, vamos a acotarlo diciendo que lo bueno es todo aquello que, con su uso, no provoque un mal en otro u otros, y su contrapartida lo malo sería aquello que cause un daño en lo bueno.

¿Qué son las malas palabras? Nos atreveríamos a decir que ninguna es buena ni mala, sino que la bondad o maldad que puede haber en ellas son atribuidas por los propios usuarios de la lengua.

Las palabras son signos lingüísticos, es decir, así como vemos “signos de tránsito” y los interpretamos rápidamente, y no estacionamos donde aparece la E dentro de un círculo y con una línea que la atraviesa, lo mismo ocurre con las palabras, son signos que pertenecen a la Lengua y de ahí su nombre. ¿Qué ocurre si no conocemos una? Lo más razonable sería ir al diccionario para que este nos otorgue su significado y ahí habremos convertido esa palabra en signo.

¿Qué hace que podamos considerar una palabra como mala? La idea, imagen o concepto que esta trae consigo. Si rápidamente digo la palabra “lápiz”, cada uno de nosotros tendremos en forma inmediata la representación de él. Si vamos a comprar uno a una papelería, difícilmente, en lugar de él, nos den un cuaderno. ¿Y eso por qué? Porque convencionalmente hemos aceptado el significado que se le da, es una construcción lingüística y social que hemos heredado y que no se nos ha ocurrido, al menos hasta ahora, cambiarla.

Piensen en alguna palabra que para ustedes sea “mala”, no citaremos ejemplos para no herir susceptibilidades de los lectores. Una vez que la tengan presente, piensen qué les afecta más, verla o escucharla o si, por lo contrario, lo que les molesta es lo que significa.

Luego de esta ejercitación, busquen un sinónimo por el cual ustedes la sustituirían. ¿Es tan mala ahora?

Espero encontrarlos en la próxima publicación.

Prof. Mario Ricci
D.N.I. 94.338.138
marioricci65@yahoo.com.ar
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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