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A los sueños de River y los de un señor Scocco, quien al parecer habría puesto al equipo a imaginarlos, hacía referencia, usando esas mismísimas palabras, un titular diseñado con grandes caracteres que se ubicaba en lugar destacadísimo, y acompañado de una gran foto, en la tapa de un diario no solo prestigioso sino también de gran tirada.

Tamaño apenas menor que otro titular que anunciaba el "acorralamiento" de un exministro y mucho más destacado que el de una tercera noticia que, siempre en la misma página y a una columna, hacía referencia al anuncio inminente de reformas cruciales para el gobierno por parte de nuestro presidente.

Una selección, y a la vez una gradación que sirve para mostrar los focos de interés de "la gente". Que es lo mismo que aventurar que poco faltó para que se incluyera en esa misma plana la noticia del despido de un "hombre de radio" que sin querer en un momento dado, al ir de un lado a otro, habría levemente rozado "partes íntimas" de una compañera de trabajo.

En descargo del responsable del armado de esa primera plana, habría que decir que no solo los periodistas deportivos se pasan hablando de sueños ajenos y hasta propios. Es que, entre nosotros, no solo sueñan los periodistas, sino los directores técnicos de los equipos, los jugadores y los dirigentes (aunque en este caso algunas veces los mismos no solo se limitan a soñar).

Y para decirlo de una vez por todas en realidad todos aquí y ahora cabría afirmar nos pasamos soñando, no solo dándole la razón a un olvidado escritor -se trata de Calderón de la Barca- que afirmaba que "la vida es sueño". Con el agravante, en nuestro caso, estamos convencidos que se puede vivir de los sueños.

Es por eso que cabría tratar de bucear acerca de si la vida es lo mismo que un relato. O, como lo decía un viejo caudillo republicano, al que se lo conocía por don Hipólito y que tuvo la desgracia de llegar al poder demasiado tarde, lo que debería importarnos son "las efectividades conducentes".

Palabras que a nuestros oídos ensordecidos por los sueños nos suenan a galimatías, aunque en seguida nos avivamos cuando se las traduce diciendo que se trata simplemente de "ir a los bifes". Algo que un español más recatado, que casi un siglo atrás solía visitarnos, expresaba con un enfervorizado "argentinos, a las cosas".
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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