Los fondos para concretar la compra del histórico inmueble construido a fines del siglo XIX -que en ese momento era propiedad de familiares de don Amaranto Viollaz- se efectivizaron a través de un subsidio no reintegrable emitido desde el gobierno provincial.
Las primeras piezas museológicas provinieron de una muestra itinerante que se había realizado durante los festejos por los 75 años de la ciudad, que se exhibieron por siete años en el pabellón central porque el otro estaba ocupado por un cuidador y su familia.
Hacia 1990, cuando el lugar se estaba transformando en un epicentro social importante, se lo declara monumento histórico municipal por ser la edificación más antigua de la localidad y sus alrededores y por ser uno de los pocos exponentes de cascos de estancias con un artético mirador.